No solo se puede negociar con «terroristas», sino que, además, se debe hacer
El acuerdo al que llegaron Israel y Hamas consistente en la liberación de más de mil presos palestinos a cambio de la del soldado Guilad Shalit ha provocado reacciones de satisfacción tanto en ambas partes como en la comunidad internacional, y ha dejado en evidencia la postura de supuesta firmeza de quienes afirman que con los «terroristas», con lo arbitraria que es además esta calificación, no se puede negociar. El acuerdo demuestra no solo que sí se puede, sino que, además, se debe negociar. Que es la manera más racional y efectiva de afrontar los problemas y evitar sufrimientos. Lo que no es de recibo es esa postura de supuesta firmeza que se limita a la descalificación del contrario y que en realidad esconde intransigencia y falta de voluntad de abordar los problemas, aunque perjudique a las sociedades implicadas. En ese sentido, llama la atención que quienes han apoyado a Israel cuando ha mantenido esa actitud e incluso ellos mismos han hecho gala de la misma, como el Estado francés -cuya «firmeza frente al terrorismo» ha tenido lamentables consecuencias-, feliciten a Israel por el acuerdo. El apoyo a soluciones negociadas es positivo, pero la hipocresía sobra.