Jaume Balagueró puede ayudar a cerrar el año con unas buenas cifras para la producción propia frente a la procedente de Hollywood. El cineasta catalán se ha labrado un prestigio dentro y fuera, por lo que el reconocimiento internacional también beneficia al desarrollo del mercado interior. El de Lleida es la tabla de salvación para Filmax, la compañía del gallego Julio Fernández que ha atravesado serios problemas financieros, aunque sin renunciar a seguir siendo bandera de un cine exportable.

La nueva propuesta de Balagueró se aparta del impactante cine de terror representado por la saga «Rec», al meterse más de lleno en lo que es el thriller psicológico y la descripción de una atmósfera malsana.

La representación del mal, a pesar del contexto realista en el que se desarrolla, se inspira en los cuentos y fábulas sobre monstruos surgidos de la vida cotidiana. La intención del cineasta es que, en esta ocasión, el espectador se identifique con el malo de la película, lo que siempre resulta muy turbador. Alberto Marini escribió el guión con un estilo muy literario y, utilizando al protagonista como narrador, un recurso que le ha permitido novelarlo en la forma de un libro surgido en paralelo al rodaje.

Cuando se estrenó «La celda 211» fuimos muchos los que nos apresuramos a decir que a Luis Tosar le iba a costar volver a hacer un papel de malvado como el de Malamadre, pero el día de la rectificación se acerca, porque Balagueró le ha dado la pronta oportunidad de profundizar aún más en la maldad intrínseca a la persona. Ahora es más sutil, puesto que el portero que interpreta en «Mientras duermes» no necesita matar para practicar el mal desde la posición de vigilancia que le otorga su trabajo. No es bueno porque no es feliz, y no soporta que otros lo sean. Hay una chica muy risueña que acaba de mudarse al edificio y se propone borrar de su cara esa sonrisa. Se da la circunstancia sibilina de que el papel lo interpreta Marta Etura, que es su compañera sentimental en la vida real.