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CRíTICA cine

«One day» Cada 15 de julio

Mikel INSAUSTI

Por si no bastaba con el italiano Federico Moccia, ahora toca aguantar al inglés David       Nicholls. Ambos constituyen un fenómeno literario de ventas enfocado hacia el público joven, sobretodo al femenino, representativo del romanticismo más involutivo. Sus enamorados son generacionalmente más conservadores de lo que lo eran sus padres o abuelos, y no cuela que el trágico desenlace de “One Day” se quiera hacer pasar por original o novedoso, cuando no deja de ser una vuelta al trasnochado efectismo melodramático de “Love Story”. Cuesta aceptar que una cineasta tan capacitada como la danesa Lone Scherfig se haya interesado por un material así de rancio, pero el intento de defensa de su odiosa pareja romántica le lleva a una realización de trazo grueso, desprovista de sutileza o sensibilidad, en la que trata en vano de dar la vuelta a los tópicos más edulcorados para terminar cayendo en ellos aún con mayor insistencia y reiteración si cabe. .

David Nicholls tiene mucha cara, porque todos los posibles acontecimientos en la vida de una pareja los sitúa en la misma fecha, como si tuvieran que ocurrir justo en el día de su aniversario. El insoportable artificio de reencontrar al chico y la chica cada año que pasa el 15 de julio, en la versión cinematográfica se convierte en una tortura, con el abuso de los rotulitos que desfilan uno a uno como las hojas del calendario. Es un recurso carente de imaginación para alargar el consabido equívoco de los amigos que en el fondo se aman, pero que para cuando lo reconocen ya han transcurrido dos décadas como en los interminables noviazgos antiguos. Una vez más el romanticismo se confunde con el masoquismo, siendo siempre a ella a quien le toca aguantar como una tonta la promiscuidad y falta de compromiso de él, sin dejar de estar enamorada en ningún momento. No tienen nada en común, y se supone que son víctimas de la atracción de los polos opuestos, aunque las interpretaciones de Anne Hathaway y Jim Sturgess se igualan en su nulo carisma.

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