Moody's afirma que la recapitalización bancaria «no es la solución definitiva»
GARA | LONDRES
Las recientes discusiones en el seno de la UE sobre la recapitalización de las entidades y la garantía de apoyo a los países de la eurozona más amenazados tendrán un impacto positivo sobre el perfil de crédito de la banca, aunque la agencia de calificación crediticia Moody's advirtió ayer de que este potencial aumento de capital por sí mismo sólo ofrecerá «un alivio temporal».
Según la agencia calificadora de riesgos, las dificultades se han transformado «en una crisis sistémica a nivel soberano y bancario que empuja a los gobiernos europeos hacia un mayor grado de apoyo mutuo», lo que, a su juicio, resulta crucial para afrontar los problemas de la deuda soberana, que, a su vez alimentan las preocupaciones respecto a la banca europea.
En este caso, Moody's advierte de que «la recapitalización de los bancos no puede percibirse en los mercados como un juego de suma cero, donde los gobiernos fortalezcan a las entidades a la par que se debilitan ellos mismos al brindarles apoyo», porque, según precisa, «tal circunstancia no ayudaría a los bancos, puesto que su fortaleza crediticia está íntimamente entrelazada con la de los gobiernos».
La agencia destaca que «la banca europea se enfrenta a un proceso de recapitalización similar al que afrontaron los bancos de EEUU tras la crisis de 2008», aunque augura que ahora «será más dura por la fragmentación de la zona euro y las dudas sobre la deuda soberana».
Dos modelos diferentes
En su informe, Moody's compara el desafío que tiene por delante la banca europea con el que afrontó con éxito Estados Unidos cuando recapitalizó la banca con 200.000 millones de dólares de fondos públicos. En los dos casos las carencias se deben a la falta de capital en los bancos, pero los motivos son diferentes. En Estados Unidos, el lastre fueron «los activos tóxicos» del sector inmobiliario, pero en la UE, aunque también hay exposición al ladrillo en el Estado español, «el principal peligro de la banca europea es su cartera de deuda soberana, que puede verse gravemente devaluada si no se resuelve bien el problema de Grecia y de otros países periféricos», que en estos momentos pasan dificultades.
En este caso, el primer ministro griego, Yorgos Papandréu, explicó ayer que esta semana es, «tal vez, la más crucial tanto para Europa como para Grecia». Reiteró la necesidad de aprobar un proyecto de ley de recortes extraordinarios y una serie de reformas inmediatas para que Grecia «reciba ayuda financiera urgente y no deba suspender pagos». Estas medidas de ajuste cuentan con el rechazo de la población griega.