Llegó el día y era por la tarde, se hizo de noche y cuando amaneció, el Lehendakari López no estaba todavía ahí. Mayor ridículo imposible. Mayor inutilidad imposible, manifiesta falta de olfato político, consagración de la agenda equivocada, y confirmación de una incapacidad de reflejos que le deberían llevar a presentar la dimisión inmediatamente. ¿Le están haciendo la cama sus asesores? Nueva York no vale una ausencia en uno de los días más importantes de la historia reciente de Euskadi. Además, Pachi, ¿te imaginas cómo te quedaría en tu salón de jubilado político una foto con Kofi Annan? Firmada, eso sí. Pues ni eso te vas a llevar al hacer las maletas del lugar que has ocupado estos meses. Qué sueldos más mal pagados por la sociedad vasca.

Llegó el día y algunos medios de comunicación lo entendieron de esa manera. Otros compaginaron la noticia con sus intereses económicos. La importancia del paso dado por ETA es innegable, el desarrollo de todo lo que se debe hacer a partir de ahora, es una cuestión técnica, silenciosa, pero empieza otra manera de mirar la política, el futuro. Las reacciones fueron extravagantes, toda la extrema derecha a coro, mostrando su cabreo. En la noche del gran día los tertulianos dijeron más barbaridades que si estuvieran comentando un atentado mortal en el centro de Madrid. Sus efectos han parecido ser mayores para estos violentos fascistoides. Están desquiciados, se les quita una de sus presas, un tema recurrente. Lo van a utilizar durante muchos días, semanas, meses y años. Pero se irán ahogando en sus propias mentiras, suposiciones, ignorancias e intereses. La realidad es demasiado nítida. Los de Intereconomía actuaron como un grupo de viejos combatientes falangistas en un cuarto de banderas africano.

Ha empezado un nuevo tiempo político, informativo, otros modos, pero falta un tiempo que debe sembrarse de paciencia, de actos, de movimientos, de desactivación. Lo que llaman democracia, libertad de expresión, estado de derecho, tienen ahora su prueba definitiva para que se puedan escribir con mayúsculas. Todos debemos dejar pelos en la gatera. No caben los mezquinos, ni los odios enquistados.