Haxier Arraiz Miembro de la izquierda abertzale
El momento de poner en pie a la mayoría social
Ante la situación que se abre a partir de la declaración de ETA con la que finalizó su actividad armada, Arraiz constata unas sensaciones, «extrañas, que no contradictorias», extendidas en muchos vascos y vascas, de alegría y también de incertidumbre. Asimismo, observa enfado en los que se autoproclaman vencedores, y en los proclamados «vencidos» alegría y esperanza. De esas observaciones parte su reflexión.
La decisión de ETA de finalizar su actividad armada nos ha adentrado en una situación política que no conocíamos hasta ahora. Somos generaciones y generaciones de vascos y vascas quienes no hemos vivido nunca algo así. De modo que no se me hace extraño que tanta gente en Euskal Herria tenga en estos momentos sensaciones extrañas, que no contradictorias. Por un lado, una sensación lógica de alegría y, por otro, de cierta incertidumbre, una especie de vértigo ante esta nueva fase abierta.
Además, asistimos desde el jueves a la noche a la predecible avalancha mediática, lucha ideológica de alto voltaje, que por sabida no resulta menos avasallante. Lucha ideológica donde quienes niegan la existencia de conflicto alguno son quienes más utilizan lenguaje de conflicto para autoproclamarse vencedores. Resulta paradójico, si aquellos estuvieran tan seguros de su pretendida victoria, si su victoria fuera tan clara y palmaria, seguramente no sentirían tanta necesidad de afirmarla. Parece como si ellos mismos tampoco se creyeran tanto lo que dicen, pero esperasen que a fuerza de repetirlo se fuera a convertir en realidad. Es como lo del lehendakari López, que pretende quitar toda trascendencia a la Conferencia Internacional y para ello se va a Nueva York. Al final, es a sí mismo a quien se resta transcendencia yéndose de Euskal Herria la semana que todo lehendakari hubiera soñado vivir, para posteriormente obligarse a hacer declaraciones institucionales desde una ridícula azotea cada dos horas, en respuesta a una Conferencia que, como el avestruz, el lehendakari pensó que por no estar él dejaría de existir.
Continuando con las paradojas, desde la celebración de la Conferencia Internacional miro a los autoproclamados vencedores y los veo todo el tiempo enfadados, enfadados con el mundo. Enfadados con Kofi Annan, enfadados con quienes se reunieron en Donostia, enfadados entre ellos, como los del PSE... Sin embargo, miro a quienes aquellos proclaman vencidos y los veo sonrientes, y les escucho hablando de futuro, de esperanza y de una oportunidad histórica para solucionar definitivamente un conflicto político de siglos.
Sin lugar a dudas, cuanto estamos viviendo estos días es una oportunidad histórica construida por la labor paciente y en ocasiones muy difícil del conjunto de la militancia de la izquierda abertzale y otros sectores populares. Por eso a ellas y ellos no les ha pillado con el pie cambiado. Por eso ellas y ellos no se sienten ofuscados, ni enfadados ante una ocasión histórica para la resolución definitiva del conflicto político que durante demasiado tiempo ha padecido Euskal Herria. Por eso a nosotras y nosotros no sólo no nos molesta, sino que agradecemos profundamente toda ventana a la esperanza que se nos ayude a abrir desde el ámbito internacional. La Conferencia Internacional puso negro sobre blanco las bases necesarias para la resolución integral del conflicto político. Sinceramente pensamos que en esas propuestas del grupo de expertos internacionales reunidos en Aiete hay potencial suficiente para resolver, por un lado, las consecuencias del conflicto entre ETA y los estados y, por otro, mediante el diálogo político entre todas las culturas políticas de Euskal Herria, alcanzar nuevos acuerdos que resuelvan las raíces del conflicto, es decir, el reconocimiento de la identidad nacional de Euskal Herria y del derecho a decidir que, por tanto, le corresponde.
La decisión de ETA no sólo cumple con la primera resolución de la Declaración de Donostia. La decisión de Euskadi Ta Askatasuna pone un antes y un después en la historia reciente de Euskal Herria, creando nuevas condiciones objetivas para esa resolución integral del conflicto, es decir, para la puesta en marcha inmediata de conversaciones que tengan por objetivo la creación de un diálogo político multipartito. Ésa es ahora la demanda social mayoritaria en Euskal Herria y ésa es la responsabilidad de todos los agentes y partidos políticos, incluido el nuestro. Es el momento de sentarse en torno a una mesa y desatar allí los nudos principales de este conflicto. La izquierda abertzale muestra su total disposición para ese diálogo abierto y sin más límites que los expresados por la voluntad popular.
En la izquierda abertzale hace dos años terminamos un debate estratégico, el cual culminó con la ponencia Zutik Euskal Herria. Recientemente, en debates que se han realizado en todos los pueblos y barrios de Euskal Herria, hemos dado un desarrollo estratégico a la filosofía política de Zutik Euskal Herria y lo hemos hecho desde la cohesión y la unidad del conjunto de la izquierda abertzale. Por tanto, no llegamos a este momento político, que tanto hemos buscado, con las manos vacías. Nuestra hoja de ruta está bien fijada, porque es compartida por toda nuestra militancia y gran parte de nuestra base social.
Nuestra prioridad ahora sigue siendo la resolución integral del conflicto político. Sabemos que la Conferencia Internacional y, sobre todo, la decisión de ETA crearán nuevas condiciones positivas, algunas se verán pronto, otras seguramente algo más tarde. Pero ni el histórico paso dado por ETA cambia sustancialmente nuestro diagnóstico sobre la voluntad política de los estados español y francés para la resolución del conflicto político. No es cuestión de qué partido esté en el Gobierno, porque el problema principal es que no hay estado -o por lo menos no hay estado con la madurez democrática necesaria- para dar una resolución democrática, en clave de reconocimiento nacional de Euskal Herria y de su derecho a decidir su futuro como nación, a este conflicto.
Pero sí hay un pueblo, hay un pueblo maduro, una sociedad madura que quiere decidir su futuro por sí misma. La sociedad vasca está menos dispuesta que nunca a que un estado o el otro le digan lo que tiene que ser y cómo ha de ser su futuro. Las últimas décadas de lucha han conseguido que los estados no puedan asimilar ni doblegar a un pueblo que sencillamente se ha empeñado en continuar siendo una comunidad cultural con conciencia política de nación. En los dos últimos años hemos creado nuevas condiciones para la articulación de los sectores soberanistas e independentistas de Euskal Herria. La correlación de fuerzas está cambiando, no sólo en Euskal Herria, sino sobre todo entre Euskal Herria y los estados español y francés. Hemos puesto las bases para la creación de una mayoría social soberanista, una mayoría social activa y corresponsable para con el futuro de su país. Es el momento de poner en pie a esa mayoría social, es el momento de activar todos los sectores sociales para que se comience a visualizar esa amplia mayoría social en el conjunto de Euskal Herria a favor del derecho de autodeterminación que abra las puertas a la materialización de todos los proyectos en igualdad de condiciones, entre ellos el nuestro, el independentista, el único vetado por el actual ordenamiento político-jurídico.
El reconocimiento de Euskal Herria como nación y, por tanto, de su legítimo derecho a decidir su futuro, lo va a conseguir esa mayoría social que hemos de ampliar, activar y organizar. Las y los militantes de la izquierda abertzale van a estar ahí, trabajando codo con codo, con otros y otras, para llevar Euskal Herria a ese marco democrático donde podamos decidir nuestro futuro como nación en paz y libertad.