Tanto los líderes del PSOE como los del PP han incluido en su guión para reaccionar ante la declaración de ETA la necesidad de divulgar un relato histórico de las últimas décadas que refleje «la victoria de la democracia española» y «la derrota» de la organización armada vasca. Por citar sólo a uno de ellos, ayer Felipe González lo verbalizó así: ETA «ha reconocido, con una literatura falsa, su derrota», por lo que pidió que «no se arrebate a los demócratas el ser los que construyan el relato de lo que pasó y cómo pasó».

Hace ahora un año, en una entrevista, González desveló que tuvo la oportunidad de «dar una orden para liquidar a toda la cúpula de ETA» en 1992. «Dije no», aseguró, para añadir que le «torturó» pensar «cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado». Lo que no parece creíble a estas alturas es que al entonces presidente español también le «torturara» conocer el paradero de Joxean Lasa y Joxi Zabala cuando, según sentencia de los tribunales españoles, Rodríguez Galindo ordenó el secuestro de los dos jóvenes vascos, su tortura, su ejecución y la desaparición de sus cuerpos.

El de los dos militantes abertzales tolosarras es sólo un ejemplo de cómo ha actuado el Estado español en la lucha contra el independentismo vasco. Pero es un trágico ejemplo muy esclarecedor. ¿Sabe la ciudadanía española cuánto tiempo pasó realmente en la cárcel el general de la Guardia Civil condenado a 75 años? En Euskal Herria, muchos contestarán «casi nada»; oficialmente, desde mayo de 2000 hasta setiembre de 2004 -los tres primeros años en una «prisión militar»-. ¿Saben qué gobierno firmó su indulto? El de Zapatero y Rubalcaba. ¿Y saben cuántas personas fueron torturadas en el cuartel de Intxaurrondo? ¿Va a desvelar González quién era «el señor X»? ¿Alguien espera que Rodríguez Galindo pida perdón a alguien antes de morir?

En resumen, ¿alguien cree que el relato que pretenden construir estará basado en la verdad histórica?