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REPORTAJE | tras la histórica declaración de ETA

Pat Rice, una mirada sobre dos procesos hermanados

Con una intensa vida política a sus espaldas, Pat Rice, un irlandés enamorado de Euskal Herria, ha cumplido sus planes para la jubilación y pasa dos meses y medio al año en este rincón del mundo en el que se siente como en casa. Sus ojos son un prisma privilegiado para mirar al proceso vasco, en plena ebullición, que tiene mucho que ver con el irlandés.

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Amagoia MUJIKA I

Sus azules ojos acumulan paisajes de Irlanda y de Euskal Herria casi en la misma medida. Paisajes que dibujan amistades y vivencias políticas de dos pueblos con muchas similitudes. Pat Rice vino por primera vez a Euskal Herria en 1968, en la época de la dictadura, como profesor de inglés, y asegura con rotundidad que conocer este pueblo «es una de las cosas que más han influido en mi vida». Dice ser capaz de reconocer por la calle «los equivalentes en el País Vasco de lo que éramos nosotros, porque la lucha política nos ha formado a unos y otros». La lengua también ha sido un importante nexo de unión, «porque nosotros también tenemos una lengua minorizada -el gaélico- y muy querida». Ya en 1971, cuando volvió a Irlanda tras su primera estancia en Euskal Herria, se impuso un reto personal: aprender euskara. Y lo ha cumplido.

Este irlandés de 70 años ha dedicado su vida a la política de la mano del Sinn Féin, aunque actualmente está retirado. «He tenido una vida política muy intensa. Yo era profesor de lenguas y muchas veces era el trabajo el que me aportaba un poco de alivio, porque el activismo político era muy agitado». En esa vorágine, siempre tuvo presente un plan para cuando se jubilara: «comprar una casita en algún pueblo euskaldun y pasar algunas temporadas en Euskal Herria». Cuando se jubiló llegó al pequeño pueblo guipuzcoano de Lizartza.

«Mi difunta compañera y yo vinimos unos pocos días a Donostia, a casa de mi gran amigo José Antonio Azpiroz [que también ha fallecido ya] en busca de una casita. Nos comentaron que había una en Lizartza. En el viaje de Donostia a Lizartza nos quedamos prendados del paisaje y en veinte minutos compramos la casa. Escogimos por casualidad, pero escogimos muy bien. Tenemos amigos en Lizartza que son como familia. Mi compañera murió en 2001 en un accidente de tráfico en Irlanda y mis amigos de Lizartza, y en particular una familia, me han ayudado mucho». Pat volvió a casarse. Su esposa Martita y él pasan dos meses y medio al año en Lizartza. Justamente, han partido a Irlanda hace pocos días.

Pat Rice vive, pues, entre Irlanda y Euskal Herria, porque en ambos sitios se siente como en casa. Ha vivido en primera línea el proceso de paz irlandés y sigue de cerca el vasco, en plena ebullición. «Hay muchas similitudes entre el proceso irlandés y el vasco. Nosotros hemos llegado a un acuerdo que creo que está funcionando bastante bien. Como republicano norirlandés no puedo decir que estamos donde queremos estar, porque queremos estar sin ninguna intervención por parte del Gobierno británico y queremos tener el país unido. Pero hemos conseguido que los británicos acepten que el día que haya mayoría en el norte de Irlanda y que en referéndum se decida que se vaya el Gobierno británico y el país se una, lo aceptarán y se marcharán. Y los vascos me preguntan `¿pero tú crees que harían eso?'. Y les contesto que sinceramente creo que sí».

Aunque sea largo y difícil

Son muchas las semejanzas entre el proceso vasco y el irlandés, pero también existen diferencias. «Creo que nosotros teníamos algunas ventajas. El inglés típico no considera a Irlanda británica, a pesar de lo dicho en su momento por Margaret Thatcher. Y los españoles sí ven a Euskal Herria como suya. Para ellos San Sebastián es una ciudad española. Por eso, para los británicos no suponía un problema político tan grande tomar decisiones respecto a Irlanda».

«Otra ventaja se refiere a los presos, cuestión que va a ser muy importante aquí -añade-. Los lealistas también tenían muchos presos y eso ha ayudado bastante. Por otra parte, en Irlanda nunca ha habido dispersión. Teníamos presos en Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Holanda... pero porque los habían detenido allí. La dispersión no ha existido en Irlanda. Los británicos mandaron a los presos a Belfast y todos estaban en la misma cárcel; primero, para que tomaran parte en el proceso y, segundo, para facilitar una salida colectiva», cuenta. Y vuelve la mirada de Irlanda a Euskal Herria: «Una cosa que admiro de aquí es que en una situación de comunicación muy, muy difícil, la izquierda abertzale ha conseguido hacer contactos y hablar con las bases. Es de felicitar, es increíble lo que se ha conseguido con un alto nivel de unidad».

Un proceso de paz es largo. Lo sabe bien el pueblo irlandés, que sigue dando pasos a favor de la reconciliación social. Y es que otra de las diferencias entre Irlanda y Euskal Herria radica en la fractura social, que en Irlanda ha sido más importante. «Nuestra sociedad estaba más dividida que la vasca. Yo he sido concejal de Sinn Féin durante doce años y los probritánicos han intentado matarme y han matado a cantidad de mis colegas. La división en la sociedad irlandesa era mucho más grave y, con todo, hemos podido avanzar. Nuestros ex presos, por ejemplo, tienen organizaciones fundadas por el Gobierno para buscar trabajo; tenemos contacto con los ex presos lealistas... Se está intentando unir a dos lados que estaban muy en conflicto, más que aquí. La reconciliación social es otro tema hay que abordar pero, con buena voluntad, todo es posible».

Por muy largo y difícil que sea un proceso, Rice subraya la importancia de que exista movimiento. «Lo más importante en un proceso es que no se estanque. Es como estar tirando de un peso muy pesado. Mientras hay movimiento, aunque con dificultad, va. Pero una vez que se para, es mucho más difícil volver a ponerlo en marcha. Esa idea va a ser muy importante».

Ejercicio de confianza

Ir avanzando, por tanto, resulta esencial, y es justamente la falta de movimiento de los gobiernos español y francés lo que preocupa a gran parte de la sociedad vasca. «Hay un interés internacional que es a favor de la paz, a favor de buscar soluciones, y eso va a ayudar. La situación exige, por supuesto, que haya discusión política. La decisión de ETA y la decisión de la izquierda abertzale han sido de mucho valor; decisiones difíciles de tomar que han llevado la situación a un escenario satisfactorio. Ahora el proceso pide confianza por ambas partes. En Irlanda solíamos hablar de pasos para dar confianza al otro lado. Por ejemplo, aquí, aparte de que tiene que haber discusión política, los primeros pasos del Gobierno español podrían ser en relación con la dispersión y con los presos enfermos. Otro ejercicio de confianza sería poner en libertad a Arnaldo Otegi. Es obvio que debería estar en la calle, con su gente y tomando parte en el proceso. El presidente de mi partido [Gerry Adams] -y su implicación en el proceso no es del otro día, lleva años trabajando con seriedad- está convencido de la seriedad de Otegi».

Existe una gran amistad entre Otegi y Rice, hasta el punto de que el irlandés no puede evitar emocionarse al mencionarlo: «Cuando le vea le voy a dar un gran abrazo. Le diré que su constante optimismo ha sido importante. Aceptando siempre las dificultades, pienso que se está viendo justificado ese optimismo tan típico de Arnaldo».

Optimismo, sí, pero poco más: «Mucha gente no está eufórica porque ve que no hay movimiento en la otra parte. Yo no brindé el día del comunicado de ETA, pero por una razón distinta; estoy satisfecho de cómo va todo, pero soy consciente de que el camino es largo. El de ETA es un paso necesario, pero no deja de ser un paso más en el camino. Tengo la esperanza de que en el camino habrá pequeñas satisfacciones que celebrar, porque la política es el arte de lo posible».

Rice confía en que el proceso, lento y con dificultad, avanzará. «Si se me permite -ofrece un último apunte-, diría a la sociedad vasca que lo que hay que hacer aquí es construir pueblo. Eso va a ser fundamental para llevar a buen puerto el proyecto de Euskal Herria. Udalbiltza, por ejemplo, me parece un proyecto importante. Respecto al proceso, paciencia, optimismo y después... más paciencia».

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