«Jugando en el Athletic me sentí realizado como futbolista»
Este mediodía tendrá su corazón rojiblanco dividido. Militó nueve temporadas en el Sporting y otras cuatro en el Athletic. Iñaki Churruca (Donostia, 29-1-1949) vive hoy en Asturias, aunque los últimos veinte años lo ha hecho en Chiclana. Marcó una época en la banda izquierda de El Molinón y formó parte de los «leones» que alcanzaron la final de la UEFA en 1977. Hoy, habla para GARA.
Joseba VIVANCO I
Un regate de excepción, acompañado de un extraordinario cambio de ritmo. Facilidad de gol, eficaz y nada individualista. El mejor centrocampista ofensivo que había conocido Koldo Agirre, según dijo. Así era Iñaki Churruca Sistiaga como jugador, un magnífico futbolista y una mejor persona, que se adueñó durante años de la banda izquierda del Sporting -vistió su camiseta en 302 ocasiones y marcó 63 goles- y formó parte después de uno de los mejores equipos del Athletic -sumó 115 encuentros y 26 tantos-, el que alcanzó, y perdió, las finales de Copa y UEFA de 1977.
Nada menos que 50 millones de pesetas pagó Ibaigane por su fichaje en 1976 -año en el que llegaron también Irureta, Zabalza o Lasa-, y para nada decepcionó. Se despidió de San Mamés en 1980, el mismo año que Iribar y Jabo. Llegó a ser internacional con la selección española en 15 ocasiones y una con el combinado vasco, ante la URSS. Hoy, a sus 62 años, vive tranquilo junto a su esposa María Jesús Kiki, en Sariego, a mitad de camino entre Gijón y Oviedo... pero con Zarautz a cuatro horas.
Natural de Zarautz, igual que José Ángel Iribar con el que coincidiría en el Athletic. Vaya casualidad...
Sí, sí. Además es que vivíamos en la misma calle, tres portales de diferencia de uno a otro. Lo que pasa que cuando yo era todavía un chavalito él era ya internacional y lo mirábamos como un ídolo.
¿Y de Zarautz a Gijón?
Así es. Con 18 años me vine a probar a Gijón y firmé aquí, donde estuve nueve temporadas, y fíjate por dónde hoy he vuelto de nuevo. Mi mujer es de aquí y a mí me gusta esto. Pero como Zarautz no hay... aunque en Asturias estoy muy bien.
¿Cómo se fragua su fichaje por el Sporting, en 1967, que en aquellos tiempos estaba en Segunda?
Yo jugaba en juveniles en el Zarautz, después de pasar, como todos, por los campeonatos playeros. Y en mi último año probé a ver, porque antes ya lo había hecho en diferentes sitios, en el Sanse, también en el juvenil del Madrid, en Castellón por medio de Etxabe, que jugó en el Athletic y también era de Zarautz... En fin, que tuve posibilidades, aunque no me cambié por muchas razones y como eras joven, tampoco tenías mucha orientación. Luego vino Román Galarraga, que era de Deba y había sido portero de la Real, que era entrenador del Sporting, y habló conmigo. Yo, justo iba a firmar con el Eibar, porque tenían un convenio con el Atlético de Madrid y te abría posibilidades, pero Galarraga me convenció de que en Gijón querían renovar el equipo y me decidí. Fui a probar en agosto y me firmaron. Y allí estuve esas nueve temporadas.
Primero como cedido...
Sí, tres meses en el Ensidesa de Avilés. Allí fuimos seis o siete. Pero al poco me recuperó Galarraga y me hizo debutar.
Formó parte de una una gran generación de futbolistas en el Sporting de los setenta... Una delantera que daba miedo con Quini, Marañón, Valdés, Herrero II...
El Sporting siempre ha solido tener buenos jugadores y equipos. En aquel entonces estaba también allí Solabarrieta, delantero centro de Ondarroa, y había mucha gente de calidad, lo que pasa es que el equipo no terminaba de ascender. Recuerdo que debuté contra Osasuna, ganamos 3-1, metí un gol y aquello fue muy importante para mí.
Jugar con nombres míticos como Enrique Castro Quini...
Sí. Quini llegó más tarde que yo. Cuando yo llegué estaba Castro, su hermano, el portero. Pero al año siguiente sí, vino Quini, más gente joven, y ascendimos.
¿Con qué se queda de tantos años en las filas sportinguistas?
Con muchas cosas, desde el debut hasta el haber sido internacional, algo muy difícil de conseguir estando en ese equipo. También el ascenso a Primera. Y luego, el disfrute de ser un profesional, estar mucho tiempo en un equipo y estar bien considerado. El público a mí siempre me ha tratado muy bien allí...
Y especialmente suele recordar un 2-5 en Copa en San Mamés, en 1976, donde se salió ese día...
Yo creo que el Athletic se confió. Nos había ganado 0-2, con dos goles, creo, de Vidal, y fuimos allí con problemas en la liga. Pero como íbamos pensando en el siguiente partido en Las Palmas, tranquilos, pues nos salió buen partido, redondo. El Athletic se vio sorprendido, porque meter cinco goles en San Mamés no es fácil ahora ni antes.
Y llega el descenso del Sporting y su fichaje por el Athletic.
La parte triste del profesional del fútbol. Pero preparando ya la temporada siguiente, cuando llevábamos un mes, me traspasaron al Athletic, al que fui muy contento, porque era mi equipo desde pequeño.
¿Hay alguna persona que tuviera mucho que ver en este fichaje?
Gente como Koldo Agirre, que era el entrenador, o el Txopo. El Athletic estuvo muy interesado y el Sporting salió beneficiado.
Sí, porque con el dinero de su traspaso, se compró Mareo.
Sí. Llegó a haber una asamblea extraordinaria de socios para ver si el club me traspasaba o no, pero sujeto a que ese dinero se destinara a Mareo y hacer una cosa como Lezama. Y salió que sí. Se compró Mareo y todavía sobró dinero. Para un profesional son detalles que significan mucho, algo por lo que te sientes orgulloso, sobre todo porque ese dinero no terminó en algo que no se ve, para pagar fichajes que no resultan o tapar agujeros del club... Pero aquí, sirvió para algo.
¿Y al Athletic?
Hombre, era una ilusión ir al Athletic, jugar con Iribar, que había sido uno de mis ídolos.
¿Y encima su debut con los «leones», ni soñado?
Pues en el Bernabéu ganamos 2-3 y encima marqué. Me salió todo muy bien, pero también porque nosotros teníamos un equipo formidable. Hicimos una campaña extraordinaria.
¿Porque aquella de 1976-77 fue una gran temporada suya?
Sí, sí, pero de todo el equipo. Yo me sentí muy a gusto. Es más, me sentí realizado como futbolista, porque en el Sporting yo me fui labrando a base de esfuerzo y trabajo, pero siempre te encontrabas en situación de que casi todos los años estabas en la cuerda floja. Eso limita al futbolista y ahí me faltó esa tranquilidad de estar en un equipo como el que me encontré en el Athletic. En Bilbao hacíamos un fútbol atacante, bueno, bueno... Quedamos subcampeones en UEFA y Copa, terceros en la Liga... Me sentí realizado como futbolista, me sentí a gusto creando fútbol...
Rodeado de jugadores que han marcado época en el Athletic...
Hombre, Irureta, Villar, Dani, Amorrortu, en ataque, con una defensa como Goikoetxea, Alexanko, Gisasola, Escalza, Lasa, Astrain... ¿Y el portero? Pues el mejor, claro. Sin olvidar a Zaldua, el suplente de Iribar. Era un equipo muy bueno.
Hablaba de las dos finales perdidas... ¿Los mejores y peores recuerdos, a la vez?
Aquella fue una temporada en que disfrutamos mucho y aunque sólo hubiéramos ganado una, hubiera recompensado todo ese esfuerzo. Así que te queda un sabor amargo. En la UEFA nos quedamos fuera por aquel gol fuera de casa y el que nos metió Bettega en San Mamés, ante una Juventus que era más de medio equipo de la selección italiana. Y luego, la de Copa con aquellos penaltis que siempre se recuerdan, después de haber tenido una trayectoria en la competición con bastante holgura y pensando que aquella final la íbamos a ganar. Pero bueno, qué vas a hacer...
A partir de ahí, cuatro temporadas más en San Mamés...
Sí, para las que había firmado. Luego me fui al Hércules, un par de años, en Primera, con Koldo Agirre, que estaba allí, y Vidal.
¿Y qué fue de Iñaki Churruca tras su retirada?
Pues saqué el título nacional de entrenador y mi primer equipo fue el Sodupe juvenil, con el que llegamos a la final de la Copa Federación de Bizkaia, que perdimos en San Mamés, aunque fue una etapa bonita y con unos chavales muy ilusionados. También con los juveniles de Galdácano, un tiempo al Arenas, hasta que me fui a vivir a Chiclana (Cádiz) y allí entrené al Cádiz B, al Puerto de Santa María, Algeciras, Chiclana, estuve en el Santa Eulalia de Ibiza... Trotando. Veintidós años viviendo en Chiclana y desde hace un par en Asturias, en Sariego, un pueblo tranquilo y viviendo muy a gusto.
¿Este domingo, al Molinón?
No suelo ir al campo, pero posiblemente estaré porque tendré que saludar al Txopo. No es una hora que me guste.
¿Qué le parece este Athletic de Bielsa?
Me gusta. Me gusta la fórmula del entrenador, aunque el problema está en que asimilar eso no es de inmediato, porque igual que se juega presionando arriba, se queda descompesada la parte de atrás y eso tiene que equilibrarse un poco, y si lo logra, será cuando saquen el máximo rendimiento. Si hay paciencia, habrá resultados. Es un equipo que crea muchas ocasiones y esa fórmula, a mí me gusta. Recuerdo que los equipos que iban de visitante a San Mamés, como cuando yo estaba en el Sporting, siempre se decía que aquéllos te metían tres y corrían para coger la pelota de la portería y volver a sacar para meterte más. El Athletic siempre ha sido un equipo rápido e incisivo.
¿Y el corazón, hoy, dividido?
El Sporting está más necesitado, así que tiraría un poco para él y que el Athletic gane luego en San Mamés. J.V.