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Pretenden inventar un pasado a su medida porque no tienen oferta para construir el futuro

Los días posteriores al cese definitivo de las acciones armadas de ETA han estado caracterizados por la toma de posición de los partidos e instituciones que no han sido actores principales en la consecución del nuevo escenario. Todos intentan adecuar sus discursos sin que se note demasiado y con el menor coste posible. Desde Madrid, con la mirada puesta en el 20N, PP y PSOE han coincidido en posponer cualquier movimiento hasta después de los comicios, en un intento consensuado de ralentizar los ritmos del proceso y acompasarlos a las necesidades del Estado, mientras que en Euskal Herria, Patxi López busca con su ronda de contactos amortiguar el impacto de las críticas recibidas por hallarse lejos de donde tenía que estar el día del histórico anuncio, y Yolanda Barcina mantiene una postura de dureza que puede resultarle cómoda ahora, pero que le va a dejar sin margen de maniobra cuando no le quede más remedio que asumir la nueva realidad. Ha logrado desviar la atención a cuenta de los tartazos, pero a medida que los acontecimientos se sucedan su posición será cada vez más complicada. Los resultados electorales marcarán un punto de inflexión en Nafarroa.

Si en algo han coincidido todos ellos, tanto en Madrid como en Iruñea y Gasteiz, ha sido en intentar situar en el centro del debate cuestiones como la situación de las víctimas o el relato de lo acontecido en las últimas décadas, ambas importantes desde el punto de vista simbólico y con una fuerte carga emotiva, pero ajenas al verdadero debate que debe abrirse ahora en este país, que es el de cómo construir el futuro. Con ayuda de la mayoría de los medios, PSOE y PP buscan llevar a la opinión pública a un lugar en el que creen desenvolverse mejor, lejos de donde reclamaron hace una semana las 50.000 personas que se manifestaron en Bilbo.

Reconocimiento, reparación y no-repetición

Pretenden, en definitiva, centrarse en el pasado porque no tienen oferta que ofrecer para el futuro. Sin embargo, es un esfuerzo baldío intentar fijar un relato unitario y compartido de lo que ha pasado en este país cuando, de un lado, las visiones están todavía muy alejadas y no se ha hecho ningún esfuerzo para acercarlas y, por otro lado, aún no ha llegado el momento de pasar esta página de la historia. Todavía estamos lejos de haber alcanzado una solución, como demuestran las detenciones ocurridas el viernes en Bruselas, la situación de los presos políticos o la falta de derechos civiles y políticos que sufren decenas de miles de personas, y mientras ésta no llegue, o no la traigamos entre todos, es absurdo tratar de relatar nada. Incluso cuando ese escenario de solución sea una realidad, deberá pasar mucho tiempo hasta que el relato íntimo de cada casa, o de cada familia política, pase a ser un relato compartido por toda la sociedad. Y cuando suceda, el resultado probablemente no será el que tan insistentemente promueven ahora quienes gobiernan hoy en Madrid y en Euskal Herria.

Respecto a las víctimas, el modo parcial y tendencioso con el que desde instancias oficiales se quiere abordar este tema contrasta con lo que debería ser un acercamiento constructivo a un drama que ha golpeado directamente a miles de personas y, colectivamente, al conjunto de la sociedad. Porque, tal como redordaron el viernes los integrantes de la fundación Euskal Memoria, el número de víctimas que ha causado el conflicto en los últimos cincuenta años es mucho mayor que las ochocientas que se le atribuyen a ETA. Concretamente, son más de 1.300 las personas que han perdido la vida en este tiempo, 475 de ellas a manos de los estados español y francés, que no han mostrado señal alguna de que vayan asumir su responsabilidad. Asimismo, se cuentan por miles los heridos y las víctimas de la tortura, una práctica que los mandatarios españoles no han querido erradicar. La superación definitiva del conflicto requerirá hablar de las víctimas y de otras consecuencias del mismo, pero sólo desde la verdad completa, la asunción de todas las responsabilidades y con el objetivo de lograr el reconocimiento, la reparación y la no-repetición podrán restañarse las heridas. El duro testimonio que Axun Lasa, hermana de Joxean Lasa, publica hoy en estas páginas es un claro indicador de que todavía queda muchísimo trabajo por hacer en este sentido.

Bases para el futuro

Si PSOE y PP intentan frenar los ritmos del proceso y deformar su contenido, quienes desde la unilateralidad han conseguido romper el bloqueo que amenazaba con echar a perder las posibilidades de solución, trabajan porque el proceso avance irremediablemente hacia un escenario democrático. La izquierda abertzale, que ayer escenificó en el recinto ferial de Nafarroa el inicio de un nuevo tiempo, ha ejercido conjuntamente con el resto de los firmantes del acuerdo de Gernika un liderazgo determinante para que Euskal Herria esté hoy en la situación en la que se encuentra. Han puesto las bases para construir un futuro diferente al que se vislumbraba hace dos años y al pasado al que algunos aún se aferran.

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