Mikel PASTOR I

Es innegable que la industria energética está, de un tiempo a esta parte, en una fase de transición que deberá desembocar en un modelo de utilización de la energía mucho más sostenible y menos nociva para el medio ambiente.

Esa carrera en la que se busca dar con la tecla adecuada de cara al futuro ya ha comenzado, investigando y desarrollando técnicas y productos que puedan sostener el mismo nivel de consumo que hasta ahora ha generado el combustible fósil.

Frente a este reto, la energía eólica se presenta como un aliado excepcional a la hora de ejercer esa función de bisagra entre las energías tradicionales y las renovables.

Y es precisamente el viento el que nos lleva directamente hasta Amillano, en Urbasa, un pequeño pueblo en el que Joseba Ariznabarreta ha diseñado y construido una turbina para generar energía eólica, denominada Spirowind, y que rompe con todas las normas y los parámetros clásicos de este tipo de energía renovable hasta la fecha.

Lo primero que llama la atención es su reducido tamaño. Los modelos de la nueva turbina no rebasan en ningún caso el metro de altura ni el medio metro de anchura, y son terriblemente ligeros.

Su forma también es excepcionalmente llamativa, por que no se parece en casi nada a las palas tradicionales que en nuestra mente asociamos a la energía eólica. Muy al contrario, Spirowind es una turbina de estilo sabonius, igual que las turbinas que se colocan en los techos de los autobuses y que todos conocemos.

El viento, un poderoso aliado

Este innovador diseño repercute, evidentemente, en la instalación y funcionamiento de la nueva turbina. Al contrario que las enormes palas, la transmisión de electricidad directa de Spirowind hace que no necesite de ningún otro aparato ni estación eléctrica para generar energía.

Debido a su pequeño tamaño, el enfoque a la hora de instalarlo debe ser distinto. Ariznabarreta calcula que en un entorno ventoso, como el de Urbasa, por ejemplo, cuatro o cinco ejemplares de Spirowind podrían surtir de energía a un domicilio particular no demasiado grande.

Hasta ahora el creador solo ha diseñado y construido dos prototipos. Por un lado tenemos la turbina pequeña, que rondaría el medio metro. Según los cálculos de Ariznabarreta, con un viento medio de 8m/s (unos 30 km/h), este modelo podría generar alrededor de 500 vatios de energía diarios.

Aunque aún en fase de desarrollo, este tipo de turbina podría costar unos 1.800 euros. El modelo de tamaño superior, de unos 2500 euros, tiene alrededor de un metro de altura, es más potente, y a la misma velocidad sería capaz de generar un kilovatio diario.

Conocida la virulencia del viento en Urbasa, y sabiendo que la velocidad de éste hace crecer exponencialmente todos los datos de generación de energía, no podemos ni imaginarnos las prestaciones que puede ofrecer este invento en un entorno ventoso.

Como apuntábamos anteriormente, la turbina es de tipo «sabonius». La principal característica de este tipo de turbinas es que en ningún momento su velocidad de giro supera a la del viento, por muy fuerte que éste sea. Esto supone dos cosas. Por un lado, que el modelo Spirowind ofrece mayor seguridad y control, con lo que la posibilidad de sufrir un accidente es casi nula.

Por el otro, conviene destacar que ese límite de giro nunca más allá de la velocidad del viento funciona como una especie de regulación propia del aparato, eliminando la necesidad de instalar un aparato adicional que controle ese giro, con el coste económico que eso supone.

Es un aparato diseñado para funcionar en viviendas o en superficies ya construidas. Su facilidad de instalación y transporte son algunos puntos que juegan a su favor. Estas características hacen que los costes disminuyan notablemente, por lo que el apartado económico es otra de sus bazas importantes

En este momento, el proyecto se encuentra en una fase de perfeccionamiento. Ariznabarreta ha contactado con un grupo de ingenieros y electricistas, y tienen en mente la creación de alguna empresa.

Están una fase, digamos, de búsqueda de capital inversor que les permita financiar su proyecto y hacer frente a los gastos que supondría poner en marcha la construcción en cadena de estas turbinas, así como costear los gastos que siempre conlleva la creación de una nueva empresa. Ariznabarreta no tiene ninguna duda. El viento va a soplar a su favor en este proyecto.