López cierra los ojos porque no quiere ver
Patxi López hizo ayer buenas las críticas que en los últimos días han arreciado en su contra y que le reprochan haber iniciado la ronda de contactos con partidos y agentes sociales sin ningún objetivo concreto, y sólo para tapar el error cometido estando a miles de kilómetros de distancia cuando este país vivía un momento histórico. Acusar, en un acto de partido, a las opciones políticas abertzales con las que se había reunido apenas unos días antes de «desempolvar sus obsesiones particulares», en referencia al derecho de autodeterminación y la capacidad de decidir de este pueblo, e insistir en que «el único conflicto verdaderamente nuestro ha sido ETA», lleva a la conclusión de que el lehendakari ha asistido a dichas reuniones sin ánimo de acercar posturas ni de emprender un camino conjunto hacia un escenario de soluciones compartidas.
López debería recordar que esas formaciones a las que acusó de «encastillarse en proyectos particulares» representan a una mayoría política y social en el territorio que gobierna, precisamente, sin el aval de esa mayoría. Y lo que él define como «obsesión particular» es en realidad el anhelo de cientos de miles de vascos y vascas, que reclaman poder decidir, sin injerencias de nadie, cuál va a ser el futuro de su pueblo y cómo debe construirse. Ese es el conflicto que aún perdura en Euskal Herria aunque él lo niegue. Cierra los ojos a la realidad para no verla, porque no le gusta. Pero existe.
En los dos años que lleva al frente del Gobierno de Lakua Patxi López ha renunciado a asumir su papel institucional, probablemente porque nunca lo ha interiorizado, y se ha limitado a ejercer de portavoz de una cultura política concreta. Ni siquiera ha sabido aprovechar el anuncio histórico de ETA para dar sentido a su cargo, y no ha mostrado ni la flexibilidad ni la grandeza que el momento requiere. No es de recibo hablar de la «unidad del país» y después agraviar a una parte importante del mismo. El secretario general del PSE llegó a la Lehendakaritza haciendo trampa y ha sido incapaz de hacerse acreedor de una mínima legitimidad. Si no es capaz de liderar nada, debería hacerse a un lado.