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Iraizoz evita la derrota y Susaeta se estrena en Liga

Buen punto, a pesar de los pesares

En un mal partido de los rojiblancos, las lesiones de Ekiza y las molestias de Llorente obligaron a Bielsa a recomponer un ya de por sí trastocado equipo, que no obstante se trajo de Gijón un valioso empate que le permite sumar su octavo encuentro seguido sin perder.

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ATHLETIC 1
SPORTING 1

Joseba VIVANCO I

Decía quien fuera jugador y entrenador Billy Shankly, histórica leyenda del Liverpool, que «un equipo de fútbol es como un piano. Necesitas a ocho personas que lo muevan, y tres que puedan tocar el condenado instrumento». El problema del Athletic ayer en un siempre hostil Molinón es que está acabando sus últimos partidos no ya sin tres, sino sin cuatro o cinco de esos músicos que deben interpretar la partitura que compone Marcelo Bielsa.

Lo positivo entre tanta adversidad en forma de lesiones o molestias es que aún con esas notas improvisadas que pueden hacer desafinar al equipo, los rojiblancos volvieron a sumar otro valioso punto que les permite seguir mirando hacia arriba y contabilizar su octavo partido consecutivo sin conocer la derrota. De acuerdo en que la mente de todos estaba puesta en los tres puntos y que el Athletic no se sabe a qué jugó o si jugó a algo, pero no es menos cierto que seguir vivos a mitad de travesía de los `Alpes' -Real, Osasuna, Salzburg, Valencia, Atlético y sólo restan Salzburg y Barcelona- tiene un incuestionable mérito. Y eso con un once sobre el terreno de juego con Toquero, David López e Ibai Gómez, así como Aurtenetxe en el centro de la zaga e Iturraspe como tercer central. Sólo faltó que Bielsa hubiera tenido que echar mano de Koikili, que `debutaba' esta temporada en el banquillo.

Si el partido de ayer hubiera llegado tras los del Rayo, Espanyol y Betis, se le hubiera cuestionado aún más a Marcelo Bielsa la dificultad de sus jugadores para aprender sus enseñanzas. Pero con la enderezada trayectoria del equipo, la vorágine de partidos separados algunos por apenas dos días de margen y la plaga de molestias físicas de quienes «tocan el condenado intrumento», el puntito que los leones se traen de Gijón sabe a gloria, y más tras lo visto.

Los dichosos primeros 5 minutos

Porque dicho todo lo anterior, el de ayer fue uno de los partidos más `sinsorgos' por parte de los rojiblancos en lo que va de temporada, y es que quizá por la proximidad a tierras gallegas, no se sabía si iban o venían. El porcentaje de posesión durante y al final del encuentro habla a las claras de quién tuvo el balón en sus pies: 33-67% de dominio para los bilbainos, pero que no se tradujo para nada en ocasiones de gol, donde los sportinguistas llegaron más y mejor, aunque su gol estuviera tocado por la fortuna.

De inicio, los de Bielsa han habituado a su afición a tres o cinco minutos de empanada, donde el rival perdona -como lo hizo por dos veces el repartidor de leña Barral ante Iraizoz- y quién sabe si hasta que el próximo domingo llegue el Barcelona a San Mamés y la zaga rojiblanca acabe purgando.

Dos inmediatas y peligrosas caídas posteriores a banda izquierda de Llorente retomaron el pulso al encuentro y el Athletic comenzó a mandar en el juego, frenando a un Sporting que se veía obligado a abusar de los balones largos a su punta. Así transcurrieron los primeros veinte minutos, con control visitante, pero sin mordiente hacia el área local, lo que aprovecharon los de Manolo Preciado para recordarles que si se perdona demasiado, se puede pagar. E Iturraspe, providencial, rebañó un balón a André Costa en las mismas narices de Iraizoz.

Los asturianos jugaban a la contra y malgastaban las excesivas faltas que los bilbainos concedían al borde del área. Mientras, la medular de los leones se atascaba, con un Munian otra vez desaparecido y desacertado, y un Herrera que no parecía el que manejara al equipo el jueves pasado. Una gran ocasión, otra vez de Llorente, a la media hora, y que sacó el portero astur, fue lo más incisivo de los de Bielsa. Por contra, Iraizoz volvió a erigirse en salvador del equipo con una buena parada a Trejo tras mal despeje de Ekiza y otra a Barral, ambas en los últimos cinco minutos.

Fin de la primera mitad, con 134 pases dados por el Sporting y nada menos que 327 por el Athletic, pero con 5 remates locales a puerta por 3 visitantes.

El sueño del gol duró poco

Un Ekiza tocado dejó su sitio en la reanudación a Toquero y un sólo cambio sirvió a Bielsa para recolocar a Aurtenetxe de central, a De Marcos de carrilero izquierdo, a Susaeta a la izquierda y al propio Gaizka en banda derecha. Además, Iturraspe se situó de manera descarada como tercer central. Como el sastre que mató siete de un golpe.

Esta vez fueron los vascos quienes avisaron primero, con un forzado cabezazo de Susaeta que se le fue alto. La entrada de ese genio de la transpiración que es Toquero revitalizó el ataque bilbaino, tanto como el buen toque de un David López que salió -no jugaba desde el día del Villarreal- por un missing Muniain. Visto que ni Susaeta ni Herrera son capaces de levantar un córner a la altura de la cabeza, lo hizo el riojano casi al cuarto de hora de partido. Toquero sacó brillo a su calva y en el segundo palo, sin hacer ruido, como un ratón de sacristía, en un movimiento made in Muniain, surgió Susaeta para meterla donde debía, al fondo de la red. Primer tanto del eibartarra en Liga y, dato a tener en cuenta en este equipo, noveno rojiblanco distinto que anota en la competición, y llevan once goles.

El Athletic volvía a soñar como en Valencia, porque tampoco el Sporting metía miedo, pero despertó de su trance en apenas siete minutos, como en Mestalla, justo cuando Bilic la cazó en la frontal del área de Iraizoz, el balón golpeó en el trasero de un Barral que era como el perro del Hortelano y describió una parábola imposible para el meta navarro. Y ahí se acabó el Athletic.

La salida de Llorente por Ibai dejó a los de Bielsa sin referencia atacante, con desde entonces un perdido Toquero como `9' y el de Santutxu que no hizo ni la mitad que lo perpetrado por el gasteiztarra en quince minutos.

Por delante, peligrosa media hora sobre todo para los bilbainos, romos en ataque, ante un Sporting que tenía sobre el campo a Barral y Bilic. Sin embargo, a los de Preciado más bien pareció colmarles su desgaste. El Athletic volvió a mandar, con una defensa ya de cinco hombres, que dio más seguridad a Iraizoz que en la primera mitad.

Uno y otro se conformaban con las tablas, y aún y todo, los bilbainos concedieron a Barral, en el 84, un último deseo para redimirse de su desacierto. Cabezazo a bocajarro y donde más daño hace a los porteros, abajo, entre el cuerpo y el brazo. Pero Iraizoz no sólo tapó ese balón, sino muchas bocas. Paradón. A partir de ahí, los dos pidiendo la hora. El marcador final -cuarto empate seguido entre ambos equipos en El Molinón- casi hacía justicia, porque si alguien mereció ganar a los puntos ése fue el Sporting. Para el Athletic fue un tesoro valioso. Un suma y sigue. El final de los `Alpes' está cerca y, de momento, no hay pájara. Eso sí, el equipo se está quedando en cuadro.

Bielsa asume que las lesiones condicionan el juego del equipo

«Si tuviera que haber un ganador, no seríamos nosotros», reconoció con sinceridad Marcelo Bielsa en sala de prensa. «El Sporting fue más peligroso que nosotros, eso es innegable; el trámite hacía pensar que teníamos cierto predominio y cuando apuntaba a cristalizarse en situaciones de gol nos sacudían las llegadas del rival», sintetizó lo que fue el discurrir del partido, un devenir mediatizado, eso sí, por los contratiempos en forma de problemas físicos.

Faltaban Amorebieta y Javi Martínez, Ekiza hubo de retirarse en el descanso, Llorente fue cambiado cuando la entrada de Toquero revitalizó el ataque. «Los sistemas se transmiten y la práctica los perfecciona. El equipo ha tenido que adaptarse a las ausencias de Llorente, Javi Martínez, Amorebieta y Gurpegi, jugadores que le dan consistencia y al no estar generan acomodaciones que probablemente no funcionen inmediatamente como funcionaban los habituales intérpretes; sobre todo si algunos juegan en posiciones diferentes a la que lo hacen habitualmente», argumentó. El argentino tambien explicó que el cambio de Muniain lo motivó «otra manera de interpretar el puesto. En este caso, quise ver cómo Herrera y David López mezclaban en esa posición, detrás del delantero». J.V.

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