raimundo fitero
Los jueces
No somos totalmente justos con algunos jueces. Se les presiona demasiado. Miren ustedes al juez apartado de sus funciones el implicado Baltasar Garzón, que ha repudiado a cinco de los siete jueces que le deben juzgar por una de sus múltiples causas. Un juez con tan amplia hoja de servicios a favor de la infamia mayor como es la tortura sistemática, de las redadas masivas, de las inculpaciones a base de atestados policiales demenciales, no se le puede colocar ante su propio espejo. Los jueces que repudia, son envidiosos que no han logrado ir de caza mayor con los señoritos a millón la tirada, ni cobrar cientos de miles de euros donados por la gran banca española para impartir clases en Nueva York. Un juez con este currículo debería tener inmunidad y no pasar estos malos ratos en los juzgados sentado en el banquillo de los acusados.
Lo mismo sucede con la jueza Murillo, a la que no se le ha entendido bien su frase, ella, que es demócrata de toda la vida, que ejerce su jurisprudencia como si estuviera en la verdulería de su barrio, o en una taberna con las manos pringadas, que es capaz de opinar políticamente desde su toga magistral, no quiso insultar por animadversión a los ciudadanos vascos que juzgaba, simplemente se expresó con un «cabrones» a la mexicana su admiración secreta. Se le ha invitado a abandonar el juicio y es una injusticia más. Ella que lleva ya los considerandos escritos desde la tertulia televisiva no se merece esto.
Y qué me dicen del juez William Adams, cuya hija ha colgado imágenes dándole una paliza por haberse descargado unas canciones. Eso es ejemplaridad. Eso es ser un juez auténtico, que en su casa imparte la justicia del castigo corporal a una niña con parálisis cerebral, y que después si puede firmar sentencias de muerte, lo hace, como debe ser un buen juez de la justicia americana. Así, que demos un paso adelante y hagamos una campaña en defensa de estos jueces, a los que se les está tratando públicamente sin consideración. Y quienes claman contra ellos no son nada más que unos progres melifluos, flojos, rojos, masones o separatistas, pro-abortistas y a favor de las bodas entre personas del mismo sexo. Seguro.