Mikel Jauregi | Kazetaria
Hora y media de debate prefabricado
El lunes hay debate televisivo. Escenario, el Palacio Municipal de Congresos de Madrid; hora, todavía sin concretar, aunque será de máxima audiencia (entre las 22.00 y la medianoche); moderador, el conocido periodista y presidente de la Academia de la Televisión, Manuel Campo Vidal, y protagonistas, los candidatos de PSOE y PP a la Presidencia del Gobierno español, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, respectivamente. Será el único cara a cara entre los dos (únicos) aspirantes a sentar sus reales en La Moncloa.
¿Será de verdad un debate? ¿Se interrumpirán? ¿Se interpelarán? ¿Alzarán la voz? ¿Pondrán caras ante los argumentos, o las melonadas, del otro? ¿Les cambiará ese rictus de «nunca he roto un plato, mira qué majo y honrado soy, y yo haré que vosotros y vosotras, españoles y españolas, viváis mejor los próximos cuatro años» que muestran en todo tipo de soportes publicitarios desde la pasada medianoche? Me juego la mano a que no.
Sobre todo, porque se trata de un debate prefabricado. PP y PSOE han pactado de antemano todos los detalles. Alfredo y Mariano estarán sentados cada uno a un extremo de una mesa blanca presidida por el moderador. No habrá nadie más en el plató, al margen del personal técnico encargado de la retransmisión y un responsable de seguridad (estaría guay que se dieran un par de tortas o que se lanzaran vasos de agua, pero no caerá esa breva). Un sorteo determinará en qué lado se situará cada uno de los aspirantes y qué camerino le corresponde. El orden de las intervenciones se acordará también entre ambos partidos, así como el orden de llegada o el lugar por el que accederán al plató antes del espectáculo. Habrá una o dos pausas, y cada candidato podrá contar en su camerino con el apoyo de seis colaboradores. ¿Y el guión? Pues confrontarán sus ideas (o la falta de ellas) en torno a tres grandes bloques: economía y empleo; políticas sociales, y democracia; y política exterior.
Como se ve, todo atado y bien atado. Hasta el punto de que dos árbitros de baloncesto cronometrarán las intervenciones.
Por cierto, el debate-trampa de marras tendrá un coste de entre 530.00 y 550.000 euros. ¡Toma crisis!