La Autoridad Portuaria de Pasaia se aferraba ayer al nuevo Informe de Sostenibilidad Ambiental e insistía en que la construcción de la dársena exterior es la mejor opción para impulsar la actividad portuaria y económica y regenerar la bahía. Continúa, así, presentando como proyecto estratégico irrenunciable, incluso en la situación de severa crisis actual, algo tan cuestionable. Ese empecinamiento de la Autoridad Portuaria de Pasaia es «un atentado ecológico de gran mangitud», según el colectivo Jaizkibel Bizirik! Incluso un organismo tan poco sospechoso al respecto como el Ministerio español de Medio Ambiente cuestionó el proyecto por el gran impacto que supondría en el entorno natural. Pero también es un atentado a la lógica de sostenibilidad económica y social por la más que dudosa viabilidad de un puerto de esas características a 100 kilómetros de otro situado en el mismo país como es el de Bilbo. Una absurda obstinación difícil de comprender, a no ser que existan oscuros fines que sí explicarían esa actitud de consecuencias previsibles tanto a nivel medioambiental como social por el gasto que conllevaría, en perjuicio de las verdaderas prioridades del herrialde y del país.