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Crónica | Guerra en afganistán

La ofensiva talibán golpea el inexpugnable valle de Panshir

Heridos en su amor propio a mediados de octubre por el primer atentado suicida que golpea su valle, centro de la lucha contra los soviéticos antes del régimen talibán, los habitantes de Panshir han hecho una piña y se muestran dispuestos a tomar de nuevo las armas si es necesario.

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Aymeric VINCENOT AFP

Los kamikazes talibanes «pueden volver y nosotros somos lo suficientemente fuertes para matarles», asegura con una voz fuerte, y su dedo índice alzado apoyar su declaración, Abdel Hahad, de 60 años, ex oficial del legendario «León de Panshir», el comandante tayiko Ahmad Shah Massoud.

Al menos cuatro kamikazes atacaron la única presencia militar extranjera, una pequeña base de la OTAN, en Panshir, la provincia que había esquivado la violencia que azota el resto del país desde que los talibanes, derrocados a finales de 2001, se enfrentan con el Gobierno de Kabul y sus aliados de OTAN. En este valle, encajado entre altas montañas que obstaculizan el acceso, los talibanes no consiguieron jamás poner un pie durante su régimen (1996-2001).

Atentado en Herat

Ayer, los talibanes golpearon a una empresa subcontratista de la OTAN, a pocos metros de la sede de la ISAF, en Herat. Cinco asaltantes atentaron contra la compañía ES-KO, matando a dos guardias afganos. En la acción se inmolaron dos kamikazes y los otros tres asaltantes fueron abatidos por las tropas extranjeras, algunos de cuyos efectivos resultaron heridos.

Además de las fuerzas afganas y ocupantes, los subcontratistas también son objetivo de los talibanes.

La empresa ES-KO se describe en su web como una compañía que ofrece «servicios integrales de logística en zonas remotas y difíciles del mundo».

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