Misión cumplida. El Athletic, a falta de dos partidos, ya está en dieciseisavos de final de la Europa League después de un encuentro en el que el juego, tras los noventa minutos, fue lo de menos, porque lo único que importaba ayer en el frío Red Bull Stadion eran los tres puntos, terapéuticos tres puntos para un equipo lastrado por las lesiones y por el desgaste físico, que se viene a Bilbo con la clasificación europea en el bolsillo y sin ningún tocado más en sus filas, que ya es bastante.

No fue el de Bielsa un equipo de juego fluido, con chispa, hiriente cara a la portería contraria, dominador en el centro del campo, controlador de los ritmos del partido. Permitió al Salzburg disponer de demasiados minutos creyendo no que podía sacar el partido adelante, sino creyéndose mejor que los rojiblancos. Pero, probablemente, así es un partido europeo, choques donde nadie regala nada. Y sólo hay que echar un vistazo a algunos de los resultados del jueves en la Europa League, donde el Rubin le ganó al Tottenham, el PSV holandés empató en casa con el Hapoel de Tel Aviv israelí, el Vaslui rumano se impuso al Sporting de Portugal o donde en el mismo grupo de los bilbainos, el poderoso PSG sólo pudo ganarle por la mínima al Slovan en el mismísimo Parque de los Príncipes. Por eso, más allá del juego desplegado por el Athletic, la victoria en suelo austríaco y el consiguiente pase a la siguiente ronda debe valorarse en su justa medida.

El Red Bull para nada salió como un toro a lomos de su ariete Maierhofer y sus 2,02 de altura. Su protestón entrenador decidió entregar la pelota a los rojiblancos, o, mejor dicho, entregársela a Mikel San José para que la sacara a su antojo; eso sí, tratando de taparle cualquier línea de pase. Una táctica que les duró a los austríacos la primera media hora de partido, en la que presionaron sin descanso sobre el medio campo vasco.

Los austríacos se limitaban a aguardar y esperar el fallo en una de las múltiples y cada vez más preocupantes pérdidas de balón de los de Bielsa. En una de ésas, a los catorce minutos, y tras uno de esos balones robados, Iraizoz salvó un gol casi cantado a zapatazo de Schiemer desde fuera del área. El medio campo rojiblanco no rulaba y arriba Llorente no se zafaba del veterano Passanen. Y cuando los leones conseguían salir a la contra, abusaban de los pases en corto en su línea de tres cuartos de campo y perdían así cualquier resquicio de sorpresa.

La volvió a tener el Salzburg por la banda izquierda, donde Aurtenetxe jugaba sus peores minutos de la temporada, incapaz de frenar al rival. Iraizoz, otra vez, salvó el gol. Bielsa, griposo, observaba el partido en cuclillas y eso es síntoma de que las cosas no iban bien. De nuevo Aurtenetxe que no sujetó a su par y de nuevo el portero navarro que salvó el tanto. Por parte del Athletic, tan sólo un fuera de juego de Susaeta pitado erróneamente por el árbitro y que le dejaba solo ante el portero.

Lo mejor, el gol de Herrera

Por suerte para el Athletic, a los austríacos el fuelle les duró media hora. Y lo aprovechó el Athletic para aliviar presión y adelantar metros. Un contraataque mal acabado por Susaeta fue el preludio en el minuto 37 del único gol de la noche. Muniain, libre de ataduras tácticas ayer, logró irse de su par en banda izquierda, levantó la cabeza en busca de Llorente pero al que encontró, rompiendo la defensa rival, fue a Ander Herrera, pase de Play Station al hueco y el ex-zaragocista se estrenaba como goleador esta temporada. Lo más difícil ya estaba hecho.

Entró Toquero al inicio de la segunda parte por un Muniain que había corrido en exceso. Pero quien no cambió fue el Salzburg, que saltó al campo como resignado por el resultado. Impotentes, los austríacos convirtieron a San José en una especie de Beckenbauer con el balón en los pies. Lo malo es que el Athletic se contagió de esa espesura del rival y terminó por perder el centro del campo que tenía ganado. El partido entró en un ton ni son, donde los rojiblancos cometían demasiadas faltas e Iturraspe, que empezó a verse superado, se jugó en cada entrada la segunda amarilla.

Los locales echaron el resto con la salida de sus tocados Leonardo y Wallner. Amorebieta salió por `Itu' y Javi Martínez pasó al puesto de pivote. Antes, Iraizoz había tenido que emplearse de nuevo. Incluso la tuvo De Marcos, pero el Athletic ya apenas pasó apuros más allá de los tres minutos de prolongación, sustentado, sobre todo, en su contundente defensa. Porque de ahí hacia adelante, lo de los pases errados y balones perdidos es de mirárselo. Sobre todo porque viene el Barça. Pero eso será el domingo.