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Dos polos emergentes para la gran batalla política sobre los derechos de Euskal Herria

Arrancaba en la medianoche del jueves una campaña electoral diferente, aunque no sin violencia y amenazas, como algunos resaltan. A la misma hora del comienzo de la carrera hacia el 20-N, el candidato de Amaiur al Senado Joseba Compains era golpeado y amenazado en Iruñea por policías españoles. No es difícil imaginar el aluvión de condenas que se habría producido si la procedencia del agredido y la de los agresores no fuesen, por ese orden, la izquierda soberanista y la Policía. Comenzaba así la campaña electoral en un momento de cambio en Euskal Herria, el de poner encima de la mesa las demandas mayoritarias de este país, que serán cuestión principal en la próxima legislatura.

En esta campaña emergen principalmente dos polos, ambos al alza: por un lado, Amaiur; por otro, el PP. No sólo por el previsible ascenso cuantitativo, sino también por el aspecto cualitativo, ya que se trata de las dos fuerzas destinadas a llevar la iniciativa por ser las que abanderarán los dos bloques que se enfrentarán en el debate político que ha de marcar la próxima legislatura: el referido a los derechos de Euskal Herria frente a los vetos del Estado español.

Amaiur representa la ofensiva por el derecho a decidir de Euskal Herria, y de hecho es el que ha abierto el escenario de raíz. La coalición abertzale va a presionar diariamente para que el debate político sea realidad cuanto antes, mientras que se intuye que PSOE y PP, como se ha visto esta semana, intentarán enfriar esa demanda social y retrasar la discusión todo lo que puedan. A falta de la excusa de la verificación que les sirvió de colchón temporal en 2006, probablemente argumentarán que antes de entrar al «carril político» es preciso cerrar el «técnico», que a su vez ya empiezan a tratar de dilatar.

Sin embargo, hace tiempo que dejaron de tener la llave que cerraba ese cajón, como recordaba ayer Arnaldo Otegi en el mensaje difundido en un abarrotado Anaitasuna: se la ha quitado la sociedad vasca. Todo va a depender de la relación de fuerzas que se vaya estableciendo en Euskal Herria, pero también en Madrid, en la medida en que sus cortes legislativas son más que un altavoz para las reivindicaciones vascas. Un buen resultado electoral del soberanismo abertzale es clave para seguir dando pasos.

En cuanto al otro polo emergente, el PP, que salvo gran sorpresa gestionará La Moncloa, está por ver si tiene suficiente nivel de iniciativa para aportar en clave constructiva o se limita a tratar de demorar lo que irremediablemente vendrá. De momento, en ese partido se advierten tensiones internas y un alto grado de indefinición.

En este contexto, PSOE y PNV aparecen sobrepasados por los acontecimientos, en gran medida como consecuencia de la pasividad que han mostrado ante la apertura del escenario que se veía venir desde hace dos años. No han sabido situarse a tiempo y van a remolque de los acontecimientos, lo que probablemente se traduzca en pobres resultados electorales. En el caso del PSOE, la parálisis ha sido tan evidente que su presidente en la CAV, Jesús Eguiguren, no ha podido dejar de evidenciarla dos veces (tras las elecciones del 22-M y después de la «espantada» de López el pasado 20 de octubre). Rubalcaba llega a las elecciones sin haber llevado a cabo un mínimo movimiento, ni siquiera reflejo, de respuesta al nuevo escenario creado por ETA, lo que le confirma como rehén del PP, una mala copia que será superada en las urnas por el original. En cuanto al PNV, su afán tradicional de presentarse como el partido líder abertzale ha quedado desnudo al decir no a la oferta de coalición por el derecho a decidir, una fórmula válida, como demuestra el hecho de que haya sido asumida por todo el resto del arco abertzale.

Por el cambio de modelo social

Pero si bien la demanda del respeto a los derechos de Euskal Herria ha de centrar la labor del soberanismo de izquierdas en Madrid, éste tiene otro reto en el terreno social, como es denunciar e incidir en las políticas económicas y sociales que los gestores del Gobierno de Madrid han aplicado y, por supuesto, que los siguientes continuarán aplicando, en una época en la que el modelo neoliberal muestra su cara más despiadada.

No será el PSOE el que guíe la respuesta a esas políticas y la apuesta por un cambio de modelo social. No puede serlo quien en todos los años en que ha gobernado desde 1982, y más aún en la misma legislatura, no ha sido capaz ni de frenar los excesos más salvajes del modelo neoliberal. Un modelo que pasa por encima de los presupuestos democráticos más elementales y del respeto a la soberanía de los pueblos, sin guardar las formas, como viene demostrando en el caso de Grecia, y especialmente estos días.

El espectáculo de la Comisión Europea y los gobiernos de la eurozona presionando y amenazando al Gobierno griego por el anuncio de su primer ministro de referéndum sobre el plan de rescate es ilustrativo de la sumisión de los ejecutivos estatales a los dictados de la especulación financiera, en detrimento de los intereses de los habitantes de sus países. De ahí la importancia de que las voces que exigen un cambio radical se hagan oír en el mismo centro de la caverna.

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