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Editorial 2011/10/31

El conflicto existente

Deia

El fin de la violencia de ETA pilló a Patxi López, máximo representante institucional de los vascos, a miles de kilómetros de distancia. Lo que parecía una mera metáfora casi anecdótica se va tornando día a día en una dura realidad. Diez días después del comunicado (y sus correspondientes y convenientemente escenificados previos), López parece seguir fuera de Euskadi, fuera de su realidad. En 72 horas, ha repetido dos veces una máxima insólita que solo puede entenderse desde la inopia política o desde el contexto electoral. Mal, muy mal, en cualquiera de los casos. Según el lehendakari, en Euskadi ya no hay conflicto político alguno. El único conflicto era ETA y ETA ya no está. Se acabó. Según López, ahora «tenemos problemas y diferencias», pero no conflicto. Lo dijo el viernes en el Parlamento Vasco y, tras las críticas y reacciones a sus palabras, lo volvió a repetir ayer ante la dirección socialista, cuyo nombre, por cierto, ya da muestra clara de la existencia de un conflicto: Comité «Nacional». López sigue dando muestras de que o no conoce la realidad social de su país o se niega a verla por intereses políticos. Y para ello se permite el lujo de asegurar que, según sus propias palabras, cuestiones como el derecho a decidir, la superación del marco político, la soberanía, Nafarroa o la autodeterminación son «obsesiones particulares» y que abordar estas cuestiones es «partir Euskadi en dos mitades», introduciendo de forma mendaz e interesada un pretendido factor de miedo a una supuesta quiebra social. Es sabido que López no tiene un interés especial por la historia y la cultura de esta país. Sabría, si no, que, en efecto, esas cuestiones que él desprecia como «obsesiones particulares» son la raíz de eso que se viene a llamar conflicto político y que son muy anteriores a la propia existencia de ETA y, en consecuencia, lo seguirán siendo tras la extinción de ETA. (...)

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