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«Me pueden encarcelar o censurar mis viñetas, pero no pueden detener la risa»

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Zunar

Dibujante

Zulkiflee Anwar Ul es un dibujante malayo de 50 años, de los cuáles lleva treinta dibujando viñetas que denuncian la corrupción del Gobierno de Malasia. Tras ser detenido y hostigado por las autoridades de su país, recientemente ha recibido el premio de la Cartoonists Rights Network International.

A. BILBAO | BILBO

Zunar ha recibido el Premio al Valor en la Caricatura Editorial, que recogió en EE.UU. de manos de la Cartoonists Rights Network International, por «haber resistido ferozmente la censura del Estado, desplegado sus estrategias creativas para mantener con vida sus caricaturas para el público malayo, y luchar con valentía contra todas las instituciones del poder que han trabajado contra él»; y es por ese motivo por el que se encuentra en Bilbo, donde participará en el festival Zentsura At! que comienza mañana lunes.

El festival expone una muestra del trabajo de Zunar, llamada «To Fight Through Cartoon», en la mediateca de la Alhóndiga (del 7 al 27 de noviembre). Es allí donde nos citamos con el afable y risueño dibujante, quien gracias a una beca trabaja en BilboArte por tres meses y muestra un gran interés por ver la reacción de todo aquel que se acerca a los preparativos de su exposición.

«Para conocer mi trabajo es preciso comprender primero la situación de Malasia hoy -relata Zunar-. Nuestro país lleva 52 años gobernado por el mismo partido y el clima de corrupción actual es insostenible». Una situación que Zunar denuncia, desde hace 30 años, en unas viñetas que difunde a través de internet -en la exposición de Alhóndiga, alguna narra la compra de un anillo valorado en 24 millones de dólares por parte de la primera dama-. «Es imposible publicar viñetas de carácter político en los diarios del país, a no ser que sean favorables al Gobierno; pues son ellos los que otorgan los permisos para crear medios de comunicación y, por lo tanto, los que controlan tanto los periódicos como las radios y televisiones de Malasia».

Sin embargo, y aunque ha sido detenido y hostigado en más de una ocasión, Zunar consigue difundir su obra por medio de la red. «En Malasia no utilizamos las redes sociales e internet para charlar con nuestras amistades, sino como herramienta de información». Diez de los treinta millones de habitantes que tiene el país del sureste asiático utiliza como herramienta la red.

Arma de denuncia

El dibujo es para Zunar un arma de denuncia muy eficaz, pues informa y hace reir. «Me pueden encarcelar a mí, pueden censurar mis dibujos, pero la risa no se puede detener» relata complacido. Por eso, algún diario internacional tituló, según relata él mismo, «tratan de encarcelar la risa», cuando Zunar fue detenido el pasado setiembre. No es la primera vez que cargan contra él, pues en más de una ocasión ha sufrido el asalto de su oficina por parte de agentes gubernamentales, quienes le requisaron todos sus libros. «Al censurar mi trabajo, están admitiendo la incidencia y valía de la viñeta como herramienta de denuncia».

«Como no pueden censurar ideas y nuestra arma, el dibujo, aunque muy poderosa es en principio inofensiva, el Gobierno impide que trabaje en diarios, censuran los libros que publico y llegan a hostigar imprentas y librerías para impedir que mi obra llegue a la gente -detalla-. Según ellos, mis dibujos son perjudiciales para los adolescentes, resultan dañinos para los jóvenes».

Sin embargo, aunque su obra, al ser viñetas con dibujos y poco texto, pueden ser comprendidas por malasios de toda condición y edad, son las futuras generaciones los que mejor aceptan y más agrado muestran hacia sus dibujos, prosigue Zunar, «pues al mismo tiempo que informan y critican, hacen reir y son divertidos». Además, «el Gobierno teme a la juventud pues mientras que los mayores han aceptado su situación, la juventud se muestra crítica y disconforme». Zunar, por su parte, está dispuesto a seguir informando y criticando la corrupción del Gobierno de Mahathir bin Mohamad y las injusticias que sufre su pueblo «hasta la última gota de mi tinta». Tinta con la que sigue trabajando en Bilbo. «Antes de finalizar mi estancia aquí me gustaría también dibujar sobre la ciudad».

Gobierno

«Al censurar mi trabajo, el Gobierno admite la incidencia y valía de las viñetas como herramienta de denuncia de la situación actual de Malasia»

juventud

«Los jóvenes son los que con mayor entusiasmo siguen mis dibujos, pues al mismo tiempo que informan y critican, hacen reir y son divertidos»

«Callar las injusticias te convierten en cómplice»

«Tomo partido y dibujo, como forma de crítica, todo aquello que no me gusta», explica Zunar, quien viste un polo blanco con la leyenda «defiende los derechos de los dibujantes». En su caso, «como ser humano y musulmán [Malasia es un país de mayoría musulmana], no me puedo quedar callado ante una injusticia, pues de lo contrario seria cómplice de ella». Por ello no duda en dibujar aquello que criticaría en una reunión de amigos, sin miedo a las represalias. «Es una responsabilidad que tenemos con cada uno de nosotros y nuestra sociedad. No puedo estar contento si alrededor mio lloran. Si tu pueblo llora, tú lloras con ellos».

Respecto a las elecciones que próximamente celebrarán en Malasia, Zunar no es optimista, aunque no pierde la sonrisa. «Desde hace diez años a esta parte, desde 1998, la gente muestra su descontento y es muy crítica con el gobierno, por lo que si las elecciones fueran limpias la oposición se alzaría con el triunfo», señala, antes de enumerar la compleja maquinaria del Gobierno para que esto no suceda: «ofrecen la ciudadanía malasia ipso facto a todo foráneo que vote al Gobierno, los militares de alto rango votan por todos sus subordinados, hay ciudadanos que votan no una sino tres veces...».

El dibujante malasio, sin embargo, no pierde la esperanza y señala: «alcanzaremos la libertad de expresión y la seguridad de la que vosotros gozáis»; refiriéndose a Bilbo, donde trabaja en un proyecto de octubre a diciembre. Son dos aspectos positivos que señala de una ciudad donde no le gusta, sorprendentemente, «la gastronomía». Ante nuestro asombro, su mujer -que lo acompaña-, trata de defenderle. «No es muy de experimentar con la comida». A. B.

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