El monte Jaizkibel, en todo su conjunto, ofrece muchas posibilidades para practicar un excursionismo de montaña diferente. No son excursiones al uso, son propuestas «espectáculo y de fantasía», y se pueden programar salidas fáciles o deportivas o como ésta, mixta, que escribo para Mendia. Esta ruta es un «boucle» o circulo con salida y llegada en el Faro de Higer en Hondarribia, aunque puede terminarse también en el Santuario de Guadalupe, jugando con dos coches.

El primer sector se desarrolla sobre el concurrido «Talaia bidea», que para que nadie se desoriente, ha abierto con polémica y profusamente balizado la DFG, con paneles informativos, y que pretende alcanzar Mutriku, a través de toda la costa Gipuzkoana. Se encuentra el excursionista en el faro de Higer, sobre Hondarribia, y allí se inicia la ruta. Es un camino fácil de seguir, dado que la traza es ancha, quizá excesiva, lo que esta permitiendo rodar a las BTT´s con lo que ello supone, de forma que algunos le llaman la A-8 del Jaizkibel. Hasta Artzuko Portua «El Molino» la administración ha recuperado el viejo camino de las calas, clausurado por la maleza, permitiendo disfrutar de la franja marítimo-terrestre con todo su esplendor, donde el océano es el protagonista, vigilante eterno de la marcha. Es un cómodo diente de sierra al borde de la orilla marítima que permite gozar de las numerosas bahías (Esteko, Baxuko, o las puntas de Txugur, Madarranas o Kapelaundi, entre otras), destino de las escapadas ociosas domingueras de los años de la posguerra civil. También observará el deportista otras balizas, como las blanquirojas de la GR 121, «vuelta a Gipuzkoa» o dos bandas blancas que forman parte de la senda litoral-ruta de los acantilados del Jaizkibel, que recuperó el club Vasco de Camping de Donostia. Tras la preciosa ensenada de Artzuko Portua (El molino) el caminante recorrerá uno de los espacios mas relevantes del litoral vasco, el paraje Marla, «la Irlanda de EH» donde los prados verdes, siempre con ganado pastando, llegan hasta el mar. Con el mar como acompañante se llega hasta la llamativa punta de Biosnar, que marca el cambio de rumbo. Hacia el W, el aficionado se enfrentaría con la ruta de los acantilados, exploración y aventura. Aquí finaliza lo que se llama popularmente como el litoral amable, una explosión de belleza natural, una danza de colores inolvidable si el sol acompaña y con formaciones geológicas a destacar.

Ahora, el Talaia gira hacia el Sur, bien señalizado y por una atractiva pista recuperada asciende con suavidad por una herbosa ladera, disfrutando de valles colgados desde su cabecera. Aparecerán unas obras de acuíferos, denunciados ante el nuevo atentado ecológico organizado y antes de alcanzar la encrucijada, con una referencia, la rueda de Gastarrotz, en el paraje conocido como Aierdi.

Continuará el deportista por la pista al W -Donibane- y a los pocos minutos encontrará el «Talaia» con su nuevo trazado que inteligentemente, con numerosos lazos se acerca al cerro Artzain-Estela escultura de Mendiburu hasta donde el mendizale debe ascender con un corto pero intenso «muro» y llegar a la carretera en el Km 9.

El siguiente compás es caminar por la carretera -1,5 km-, para llegar al mirador, con mesa de orientación, del antiguo parador de la DFG, donde se toma la tradicional ruta del cordal cimero o de los torreones. Ya sin problemas, el excursionista continuará por los altos, con tres referencias: Un monolito erigido por Aranzadi en memoria de Joaquín Mendizábal, la estación megalítica y dos nuevas torres, Santa Barbara y Erramuzko dorrea, para alcanzar el Santuario de Guadalupe, donde puede finalizar esta soberbia excursión.

Pero si se quiere cerrar el «boucle», aun quedan 4,2 km, por escenario rural, pero sobre pista cementada. Se trata de seguir una extraña señalética del Ayuntamiento. Una hora más de recorrido en descenso por San Telmo y el campo de tiro hasta Higer.