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VASCOS EN MADRID (II) 1996

UPN, con el PP, con el PSOE y hasta vestida de canaria en el Congreso

UPN llega a las urnas tras un giro de 360 grados en cuatro años que le ha llevado justo al mismo sitio de partida: la entente con el PP. Es el último capítulo de una trayectoria en la que buscó siempre fuertes aliados estatales para blindar el estatus de Nafarroa.

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Ramón SOLA

La historia de la derecha navarra en Madrid está rodeada de paradojas. Así, oficialmente UPN se creó por su disconformidad con la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución española, y todavía periódicamente reclama su derogación, pero en realidad toda su trayectoria ha ido dirigida a blindar aquel estatus impuesto a Nafarroa sin votación ciudadana, y a día de hoy aparece como más constitucionalista que nadie.

Del mismo modo, el fundador, Jesús Aizpún, afirmaba en 1979 que UPN surgía porque las cosas no se veían igual desde Nafarroa que desde Madrid. Sin embargo, tras aquellas primeras elecciones estatales en las que obtuvo un diputado, UPN siempre buscó aliados fuertes a nivel estatal para minimizar al enemigo interno: los abertzales. Aunque la fusión con el PP no se produjo hasta 1991, ya desde las elecciones de 1982 siempre concurrió en coalición con los partidos de la derecha española (primero AP, luego AP y PL, y en estas dos décadas el PP), lo que le ha supuesto dos o tres diputados según las épocas.

Así las cosas, que UPN hubiera concurrido ahora en solitario a las Cortes españolas suponía una auténtica anomalía histórica que Yolanda Barcina se ha encargado de corregir recuperando el abrazo con el PP, y aun a costa de que su predecesor, Miguel Sanz, ni haga campaña ni oculte su malestar.

En apenas cuatro años, UPN ha dado una vuelta entera en torno a sí mismo, para volver al mismo punto de partida. En marzo de 2007, el Gobierno navarro ponía el membrete oficial a la convocatoria de una gran movilización de la derecha española en Iruñea contra el proceso de negociación que ya empezaba a agonizar. Aquella marcha -con Sanz, Barcina, Del Burgo, Rajoy, Acebes y compañía compartiendo pancarta- pasó delante de la sede del PSOE, al que se acusaba de «vender» a Nafarroa. Pero apenas unos meses después, UPN tocaría humildemente la puerta del mismo partido, esta vez en un barrio periférico de Madrid, para pedirle ayuda para retener el Gobierno navarro. El resto es historia reciente: el PSOE accedió a ello a cambio de forzar la ruptura de la fusión UPN-PP que se encargó de ejecutar Sanz (2008), la sintonía entre UPN y PSN derivó en un gobierno de coalición inédito tras el pasado mes de mayo, y finalmente Barcina ha conseguido recuperar no la fusión, pero sí la alianza electoral con el PP para las estatales.

¿Cómo se conjuga toda esta contradicción en Madrid? Difícilmente. El motivo formal de la ruptura con el PP fue la decisión de abstenerse ante los presupuestos de Zapatero para 2009, algo inaceptable para el partido de Rajoy. Si ahora éste asume el Gobierno español, como parece, UPN tendrá que hacer equilibrios justo en el sentido contrario: avalar las políticas de Rajoy y plantar cara a la oposición de un PSOE que es su socio de gobierno en Nafarroa.

Pero a estas alturas de la historia, si algo está claro es que UPN no tiene vergüenzas a la hora de buscar alianzas, aunque sean contradictorias, siempre que apuntalen el marco diseñado en Madrid para Nafarroa. Y más aún en un momento en que los abertzales apuntan hacia arriba en las urnas. De hecho, uno de sus capítulos más estrambóticos lo escribió en el Congreso en 1996, cuando, para satisfacer las necesidades de mayorías de su socio del PP, UPN no dudó en trasvasar dos diputados a Coalición Canaria para que éste pudiera formar grupo. Los peculiares «tránsfugas» fueron Jaime Ignacio del Burgo, el muñidor en la sombra de casi todos estos pactos, y José Cruz Lapazarán, ahora número dos al Congreso. Ahí UPN dejó claro que estaban dispuestos a ser navarros y hasta canarios, pero nunca vascos.

 

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