La racha de un punto en siete partidos y la mala imagen llevó a la afición desplazada a Vallecas a pedir la dimisión de Montanier y Loren
A merced de las leyes de Murphy
Los blanquiazules caen a zona de descenso tras un inicio terrible con la expulsión de Iñigo Martínez en el penalti del 1-0 y las lesiones de Markel y De la Bella que condicionaron el partido. Michu sentenció con dos goles en los primeros minutos del segundo tiempo.
RAYO VALLECANO 4
REAL SOCIEDAD 0
Joseba ITURRIA
La racha negativa de la Real vino a avalar la ley de Murphy por la que todo lo que va mal puede empeorar. La crisis se agravó en Vallecas en un partido que salió cruzado desde el inicio. La expulsión de Iñigo Martínez en el minuto 10 en el penalti que adelantó al Rayo y las lesiones de Markel y De la Bella condicionaron el planteamiento de Montanier, al que le quedó poco margen de maniobra para evitar la mayor goleada de la temporada.
Es fácil cargar las tintas contra el entrenador de un equipo que suma un punto de 21, que ha caído a puestos de descenso y ve cómo sus rivales directos empiezan a sacar diferencias importantes y a encauzar el average. Uno no entiende la cantidad de cambios que realiza y que casi nunca afectan a los que peor están, ni que Agirretxe lleve cinco minutos en los tres últimos partidos pese a ser el máximo goleador realista con cuatro goles y uno de los pocos jugadores en forma, ni que en un momento tan delicado jugadores veteranos como Aranburu y Joseba Llorente sigan sin jugar, ni que Mikel González no fuera elegido para sustituir a De la Bella...
Pero apuntar al entrenador para buscar un culpable de la goleada y de la mala imagen dada en Vallecas es tan simple como injusto porque cuando en los primeros quince minutos se unen tantas circunstancias negativas no es tanto responsabilidad suya como la consecuencia de lo que le sucede a un equipo en una inercia negativa en la que todo se vuelve en su contra.
Porque es difícil afrontar un encuentro tan crítico cuando en los primeros minutos se unen dos lesiones musculares y la expulsión de Iñigo Martínez. La Real se encontró al cuarto de hora con el marcador en contra, con diez y con dos cambios realizados, con lo que Montanier no llegó a dar entrada a un central y prefirió insistir con Mariga en ese puesto y con Estrada en el lateral izquierdo, una decisión que fue castigada en los dos goles de Michu que sentenciaron el partido en el inicio del segundo tiempo en jugadas iniciadas por Lass en ese carril.
Y encima, cuando quiso corregir ese problema, ya con el 3-0, al sacar a Mikel González por Griezmann, Montanier sólo consiguió que la nutrida afición realista desplazada a Vallecas pidiera su dimisión y la de Loren.
Demasiados fallos en una jugada
Pero a Montanier poco se le puede reprochar en la jugada clave del partido. Porque no se le puede achacar la apuesta por Iñigo Martínez, aunque tocó pagar el peaje de su inexperiencia y su agresividad al agarrar demasiado la camiseta de Delibasic de manera innecesaria. Pero el del ondarrutarra no fue el único error de esa jugada.
Lass la inició en la banda izquierda con demasiada facilidad como es norma en la mayoría de los goles que recibe la Real, Demidov llegó tarde para impedir el remate de Michu y Bravo estuvo desafortunado porque no era tan complicado para despejarlo tan mal. El portero completó otra actuación muy negativa en la lejana falta de Trashorras, con la que empeora la estadística por la que es el portero que más goles encaja de falta directa con diferencia.
La jugada del penalti fue clave, aunque tampoco justifica el mal juego y la peor imagen dada por la Real, sobre todo en la segunda parte. En la primera la expulsión llevó a aparcar la decisión de Montanier de recuperar su idea original y se acercó al planteamiento presentado ante el Real Madrid, aunque con un central menos. Juntó dos líneas de cuatro en pocos metros, pero lejos de Carlos Vela y el Rayo acaparó la posesión de balón con comodidad, llegó al 70% en el minuto 30, aunque sin tener ocasiones claras de gol.
La Real no las tuvo ni claras ni oscuras, porque no realizó ningún remate hasta el tímido de Griezmann del minuto 68. Como ante el Real Madrid, se limitó a intentar llegar con sólo un gol de desventaja al segundo tiempo. Apenas tuvo un saque de esquina y un centro de Zurutuza antes del descanso.
Sentencia de entrada
El problema de esa estrategia fue que, si los primeros minutos del partido fueron terribles, los del segundo trajeron la sentencia en dos goles que volvieron a nacer en la banda derecha del Rayo, en la que Estrada fue fiel al mal hábito de los laterales de recular y de permitir que su par juegue el balón y pueda centrar sin oposición. Además en la primera acción se volvió a repetir que el delantero rival marca tras permitirle Demidov que se diera la media vuelta dentro del área. Son errores que se repiten, que cometen siempre los mismos jugadores y los que más se equivocan juegan casi siempre.
Con el 3-0, con diez desde el inicio del partido y con media hora por delante, la Real arrojó la toalla y dio una imagen pobre. Tampoco ayudó el mensaje que trasmitió Montanier al retirar a Griezmann y sacar a Mikel González para intentar solucionar el problema provocado por el terrible inicio del partido. Sólo sirvió para que la afición desplazada a Vallecas ensayase unos cánticos que sería bueno que no se escucharan dentro de trece días en Anoeta.
Sería una mala señal porque esta racha no se puede agravar más por mucho que las leyes de Murphy defiendan lo contrario. Con la Real en descenso y con un punto de 21, el partido contra el Espanyol debe poner fin a esta inercia negativa. Sí o sí.
Jokin Aperribay reiteró su confianza en Montanier al término del encuentro al manifestar que «es un entrenador que trabaja bien y el problema no está en el entrenador. Lo que hay que hacer es trabajar». Un lema al que se sumó el técnico normando al recordar que «estamos pasando dificultades desde hace varios partidos. Los jugadores muestran una buena actitud, pero como en el partido contra el Levante, tenemos los elementos contra nosotros. No hay más solución que reflexionar y trabajar para progresar».
Ante la petición de su dimisión de los seguidores realistas presentes en la grada, señaló que «es normal que la gente tenga una gran decepción conmigo, soy el responsable del equipo y resulta comprensible que sea la persona criticada cuando el equipo va mal. En ningún caso mi determinación y mi voluntad están mal».
Añadió que «el Rayo jugó bien once contra diez. Hemos tenido alguna ocasión pero no ha sido suficiente. Empezamos mal, con un lesionado al principio, un gol en contra y una expulsión en el minuto 10. Jugar así es difícil. Ahora hay que recuperarse físicamente y después analizar y trabajar juntos, porque el espíritu es bueno. Los jugadores lo han dado todo».
Iñigo Martínez, protagonista de la expulsión, admitió que fue justa: «El árbitro lo ha visto y lo ha pitado. Esto hay que solucionarlo lo antes posible». GARA
La Real regresó de madrugada en autobús, hoy tendrá descanso y mañana volverá a Zubieta con una doble sesión para iniciar las dos semanas que tiene sin los internacionales para preparar el partido con el Espanyol del domingo 20 (12:00) en Anoeta.