Anjel Ordóñez Periodista
Tras la pista de los mercados
Lo he escuchado de boca de un reconocido «experto»: los mercados esperan un cambio en el Gobierno español el domingo. Lo he comentado con un amigo que vende fruta en Mercabilbao, y él no sabe nada. Me habló, y mucho, de la fruta importada de China y de los pimientos del país que vienen de Almería... pero de ese hilo tiraremos otro día. A lo que iba: queda claro que aquel experto no hablaba de esos mercados. Luego, he leído en la prensa que Rajoy apuesta por la «democracia real» frente a la tiranía de los mercados y los tecnócratas. Ahí es cuando he terminado de liarme. Vamos a ver... ¿Qué son los mercados? ¿Cuántos hay? ¿Son entes autónomos? ¿Tienen sede social, correo electrónico? ¿Están controlados por personas o por un cerebro cibernético como HAL 9.000 en la película de Stanley Kubrick? Aquí hay mucho tomate.
Sería pretencioso querer explicar en esta columna lo que los estudiantes de Económicas aprenden en cinco años, pero, básicamente, un mercado financiero no es muy diferente de Mercabilbao, sólo que en vez de fruta o pescado, se compra y vende dinero. A partir de ahí, hasta el infinito. La vertiginosa evolución de los sistemas de comunicación ha dotado a ese mercado de una potencia global que reacciona de inmediato a las informaciones que influyen en sus decisiones, 24 horas al día, sin descanso, en cualquier punto de este pequeño mundo, controlando hasta el último céntimo o centavo, sustituyendo la economía real por la virtual, la de la especulación y la usura. Y aunque existen instituciones cuyo hipotético objetivo es controlar el funcionamiento de esos mercados, en la práctica no son sino un instrumento más a su servicio.
Pero hemos avanzado poco. La descripción del delito ayuda, pero no es definitiva a la hora de identificar a los delincuentes. El camino es otro. La única empresa que figura en la lista Forbes de las 20 compañías más grandes del Mundo es el Banco Santander, el Mercabilbao de la pasta, pero en dimensión astronómica. Su presidente, Emilio Botín -apellido revelador, donde los haya- es amigo de Zapatero y también de César Alierta, el jefe de Urdangarin, yerno del rey. No sé si me explico.