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La crisis iraní refleja como en una foto las posiciones en torno a Irak en 2003

Como ocurriera en torno a las inexistentes armas de destrucción masiva iraquíes, la Vieja Europa se niega a cruzar el Rubicón y a evocar como hipótesis un ataque contra Irán. Gran Bretaña sigue los pasos de EEUU, donde Obama es presionado por sus rivales republicanos.

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GARA | TEHERÁN

Las reacciones en torno al programa nuclear iraní están reproduciendo, con la salvedad del factor Obama, las posiciones que se vivieron a finales de 2002 y comienzos de 2003 en torno al que se reveló como falso programa de armas de destrucción masiva de Irak y que culminó con la invasión y ocupación del país árabe.

Reunidos en Bruselas, los ministros de Exteriores de la UE se mostraron a favor de reforzar las sanciones -por quinta vez-, pero se mostraron divididos en torno a la oportunidad de evocar la amenaza de una agresión militar contra Irán.

El problema es que una nueva vuelta de tuerca en las sanciones, que tendrían como objetivo las exportaciones de petróleo iraní y el Banco Central del país persa, tendrían consecuencias directas en la ya maltrecha economía europea.

En medio de ese dilema, tanto Alemania como Luxemburgo y Suecia mantienen similar postura a la de sus cancillerías hace ocho años sobre el dossier iraquí. Carl Bildt, ministro de exteriores sueco, fue tajante al asegurar que «debemos analizar con cuidado lo que asegura el informe de la AIEA (Agencia Internacional para la Energía Atómica). Hay cierto desbocamiento en torno a este informe, cuyas conclusiones realmente no van muy lejos», aseguró. Precisamente son las conclusiones de ese ambigüo informe -que muestra sospechas y creencias sobre la deriva militar del programa nuclear iraní- las que han desatado la nueva crisis.

Como ocurrió con Irak, tampoco el Estado francés está entusiasmado con la idea. Su ministro de Exteriores, Alain Juppé, alertó, en torno a una intervención militar contra Irán, que «el remedio sería peor que la enfermedad» y «nos llevaría a una espiral incontrolable».

Enfrente, el ministro de Exteriores británico, William Hague, se negó a rechazar la hipótesis de un ataque militar. No la postulamos en este momento, pero insistió en que todas las opciones deben estar sobre la mesa».

Similar fue la respuesta del inquilino de la Casa Blanca: «No descartamos ninguna opción». Obama está en el punto de mira de la oposición republicana, que ha introducido la cuestión iraní en campaña y acusa al presidente estadounidense de tibieza. «La cuestión no es simple, y el que diga lo contrario o confunde política con poltiquería o no sabe de qué habla», se defendió.

CHINA Y RUSIA

Rusia y China se muestran contrarias a nuevas sanciones. Ni qué decir que se oponen a una agresión militar, lo que complica las cosas para Occidente en el Consejo de Seguridad.

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