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Asier Hilario y Juan Carlos Gutiérrez-Marco | Geólogo y paolontólogo

«El flysch de Zumaia predice las estrategias de los animales que habitan los océanos actuales»

El director científico del Biotopo de Zumaia y geólogo Asier Hilario y el científico titular del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez-Marco nos dan las claves para entender la importancia del hallazgo de la huella de «Saerichnites Abruptus» más completa, mejor conservada y más grande documentada hasta ahora en el mundo, uno de los tesoros que esconde el flysch de Zumaia.

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Koldo LANDALUZE | ZUMAIA

A simple vista, la imaginación se dispara y tendemos a creer que nos encontramos ante los restos fosilizados de una especie de serpiente marina que habitó en tiempos jurásicos o bien que pueda tratarse de la huella dactilar de aquel Kraken, de aquella criatura marina que tanto asustó a los viejos marinos. Nada más lejos de la realidad, se trata de un icnofósil, la huella legada por un animal desconocido y que fue construida hace millones de años. Su nombre es Saerichnites Abruptus, pero se desconoce qué especie animal nos la legó.

El pasado miércoles y en la sede de Algorri Interpretazio Zentrua de Zumaia, fue presentado a los medios y curiosos este misterioso fósil que corría peligro de desprenderse de los acantilados y caer al mar. El director científico del Biotopo de Zumaia y geólogo Asier Hilario, el científico titular del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez-Marco y el diputado foral de Innovación, Desarrollo y Turismo, Jon Uriguen, ejercieron labores de presentación en este evento que suscitó un gran interés. El geólogo Asier Hilario y el paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez-Campo nos revelan algunas de las claves para comprender este hallazgo inusual.

¿Desde cuando se sabe de la existencia de este ejemplar?

Asier Hilario: Juan Carlos Gutiérrez Marco tenía constancia de este ejemplar desde el año 1995 y fue hace siete años cuando me lo enseñó y empezamos a investigar un poco en la materia. Juan Carlos es uno de los especialistas en paleoicnología (huellas fósiles que dejan los animales) más prestigiosos del mundo y ya en su día me advirtió de que estábamos ante un fósil excepcionalmente grande -supera con creces el tamaño de los obtenidos hasta el momento- y, sobre todo, porque se encontraba muy bien conservado. Desde entonces y sabiendo la importancia de este descubrimiento y comprobado que tenía una serie de fracturas que hacían peligrar su futuro, año tras año fue objeto de un seguimiento muy especial y a finales de este verano decidimos poner en conocimiento de la Diputación el riesgo que corría este ejemplar, porque las grietas se habían agrandado mucho y estaba a punto de desprenderse y ser arrastrado por el mar. A nuestro pesar -porque suponía quitar un elemento a la propia naturaleza-, procedimos a su extracción porque jamás nos hubiéramos perdonado que un fósil de estas características tan especiales se hubiera perdido para siempre. En nuestro afloramiento hay muchos y muy variados icnofósiles pero, de esta familia en concreto, y de este tamaño, es el único ejemplar que se conoce.

¿Qué sintió cuando descubrió este ejemplar?

Juan Carlos Gutiérrez-Marco: Lo primero que sentí fue una gran emoción. Hay que tener en cuenta que por estas costas han pasado generaciones y generaciones de paleontólogos. De hecho, desde 1919 se conoce científicamente la existencia de este tipo de icnofósiles en Zumaia. Personalmente supuso una gran alegría, porque han sido y son muchos los científicos internacionales que recorren estas costas y, de repente, fue un afortunado desprendimiento de roca el que propició el hallazgo de esta nueva huella. El acantilado está en constante cambio y movimiento, anualmente desaparecen muchas huellas pero se descubren otras tantas nuevas. Este ha sido el caso de este hallazgo, ya que permanecía oculto bajo una capa de la pared y un desprendimiento propició su avistamiento. La primera vez que lo vi sabía que se trataba de un icnofósil increíble por su longitud. Con anterioridad, esta especie estaba datada en Canadá y con casi trescientos millones de años más de antigüedad que el descubierto en Zumaia. El Océano profundo es así, es un ecosistema muy conservador hay muy poco alimento y en él habitan una serie de organismos muy especializados que no sufren las grandes crisis climáticas debido a su uniformidad. Los organismos que viven allí desarrollan una serie de estrategias para capturar alimentos o cultivar bacterias en agujeros que ellos mismos excavan en el fondo. El hecho de ver un icnofósil descrito hace muchos millones de años aquí en el flysch de Zumaia fue ya de por sí una gran sorpresa y, además, descubrimos que estábamos ante el mejor ejemplar de su especie dentro del registro mundial. Está compuesto por una doble hilera de una especie de protuberancias alternas y su medida es de más de metro y medio de longitud. Cada una de sus protuberancias tiene centímetro y medio de diámetro. No tenemos ni idea de qué lo produjo pero está claro que es de origen orgánico, hecho sobre el fondo oceánico y relleno por el acontecimiento de una corriente de turbidez que sepultó ese trozo de fondo marino donde estaba excavada la huella. Cada una de las protuberancias que hoy vemos son, en realidad, un agujero. Hay que imaginarse el fondo plano del océano y en este fondo es donde se encuentra esta doble hilera de agujeros.

Pero se desconoce el animal que produjo esta huella.

A. H.: Seguramente se trataba de un animal de cuerpo blando y, por ese motivo, no logró fosilizarse. Esto es algo muy habitual en la Paleoicnología. En la mayoría de las ocasiones se trata de animales cuya estructura es muy blanda, carecen de concha y esqueleto y por ello no se pueden fosilizar. Con lo único que contamos es con la huella de su actividad. Lo que nos muestra este fósil es la huella de su desplazamiento, una actividad de enterramiento para protegerse o buscar comida, incluso hay algunas interpretaciones que coinciden al afirmar que puedan tratarse de pequeñas trampas creadas por un organismo que construyó en un sedimento blando submarino para que otros organismo cayeran en ellas y después comérselos. Pero, en la mayoría de los casos, el animal que creó esta huella no fosiliza en ellas. La única manera de saber cuál es el animal culpable de un icnofósil es pillarle in fraganti y para que esto ocurra hay dos posibilidades; una consiste en ampararnos en la casualidad y que un animal quedara fosilizado en su huella y la otra, que resulta realmente apasionante, es la de capturar al animal haciendo su huella en la actualidad. Para ello sería necesario uno de esos batiscafos que son utilizados por la ciencia para recoger muestras el fondo marino y que nos han descubierto la existencia de huellas actuales muy similares a las que han sido documentadas hace millones de años. Esta es la única opción de atrapar al creador de la huella y ver cómo la hace.

Este descubrimiento también nos advierte de la singularidad del flysch de Zumaia.

J.C. G.-M.: Exacto. Icnofósiles que han sido hallados y descritos por vez primera en Zumaia se han ido encontrando posteriormente en los océanos actuales conforme los batiscafos han ejecutado sus descensos entre 3.000 y 5.000 metros de profundidad. En cierto modo, Zumaia predice las estrategias de los animales que habitan los océanos actuales.

Adolf Seilacher, embajador de Zumaia

El documental «Criaturas del abismo» fue rodado en sistema IMAX y producido por James Cameron -un fanático de las profundidades marinas tal y como lo demostró en «Abyss» y «Titanic»- y tiene entre sus principales protagonistas al paleontólogo alemán Adolf Seilacher, la mayor eminencia en el campo de la paleoicnología. Fue profesor en varias universidades, como las de Frankfurt, Bagdad, Göttingen o Baltimore, y desde 1987 es profesor adjunto de la Universidad de Yale en Estados Unidos, además de ser profesor emérito en la Universidad de Tübingen.

En 1992, la Academia Sueca de Ciencias le concedió el premio Crafoord, establecido para aquellas materias como las Ciencias de la Tierra no contempladas en los premios Nobel.

«El documental `Criaturas del abismo' -recuerda el geólogo Asier Hilario- comienza en la playa de Itzurun de Zumaia y el resto de imágenes concentran su interés en las investigaciones submarinas ejecutadas por batiscafos que capturan huellas actuales en las grandes fosas abisales. En la recta final de este filme, la cámara regresa a nuestras costas. Esto quiere decir que si las huellas que se observan en los fondos marinos son iguales a las fosilizadas, cabe prever que el animal que las ha creado sea el mismo o de muy similares características».

En cuanto sale a relucir el nombre de Adolf Seilacher, el paleontólogo Juan Carlos Gutiérrez-Campo se apresta a subrayar la capital importancia de esta personalidad en el mundo científico: «Sus estudios sobre el comportamiento de organismo extintos a través de los icnofósiles son la base sobre la que se asientan las teorías actuales y buena parte de sus estudios están relacionados con los acantilados de Zumaia. Además, desde hace varios años es responsable de la exposición itinerante `Arte fósil', una muestra que consta de cuarenta réplicas de espectaculares fósiles, en su mayoría huellas como las que podemos encontrar en la localidad guipuzcoana. La exposición ha recorrido ya un largo periplo por diversos países de Norteamérica, Asia y Europa. Es un gran apasionado de este lugar y, cada vez que realiza una viaje o da una conferencia, se encarga muy mucho de recordar a Zumaia. Cada vez que hablo con él me repite lo mismo `¿Qué novedad hay en las costas de Zumaia?'. Seilacher es el embajador científico por excelencia de esta localidad». K.L.

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