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Análisis | el futuro de la unión europea

La ocasión que esperaba Alemania para imponer su propio modelo

El autor sostiene que Alemania, la gran financiadora de la Unión Europea, se encuentra en la situación ideal para exportar su modelo importador al resto de socios comunitarios, a quienes mantendrá al borde del precipicio para que no ofrezcan grandes resistencias.

Isidro ESNAOLA | Economista

Da la sensación de que los acontecimientos se suceden atropelladamente, tan rápido que casi no sabemos cual es la sucesión correcta de los hechos. Esa misma sensación se repite cuando miramos a Europa.

En la cumbre de octubre se llegaron a una serie de acuerdos bastante genéricos que enseguida se vieron que eran meras declaraciones de intenciones. A continuación cayeron los gobiernos de Grecia e Italia, que fueron inmediatamente sustituidos por otros también de políticos, aunque la mayoría de sus miembros no pertenezca a ningún partido.

Solapándose con todos esos acontecimientos la prima de riesgo de la deuda de Italia y el Estado español empezaron a crecer llegando hasta los niveles en los que Grecia, Portugal o Irlanda fueron intervenidos. Esta vez también ha subido para Bélgica, Holanda o el Estado francés, con lo que prácticamente sólo goza de buena salud y merece la atención de los inversores la deuda alemana.

En esta tesitura, algunos empiezan a hablar de la salida francesa a la crisis, que pasaría por que el Banco Central Europeo intervenga más activamente comprando deuda de los países con problemas. Otros piden la puesta en marcha de los eurobonos. Me da la sensación de que la señora Merkel ha conseguido llevar al terreno que quería a todos los países de la UE, al borde del precipicio; y que los mantendrá ahí todo el tiempo que sea necesario.

Cuando el viento que provocan los inversores en los mercados de deuda arrecie y haya peligro de que algún país pueda despeñarse, intervendrá el BCE comprando deuda en cantidad suficiente como para que no se despeñe, pero no tanta como para que se relaje, de manera que siga al borde del acantilado viendo romper las olas a sus pies.

La canciller alemana reivindica una «sólida solución política», que pasaría por una «reforma limitada» de los tratados europeos para que los países «cedan más competencias a las instituciones comunes». Alemania lleva años financiando la UE y cediendo a las pretensiones de todos para poder lograr acuerdos: las de los que quieren más representantes, más fondos estructurales y o más fondos para agricultura.

El Gobierno alemán ha soportado pacientemente estas salidas de tono, y ahora que la crisis ha dejado en evidencia las miserias de los que exigían más, cree que ha llegado su oportunidad y no quiere dejar pasar la ocasión para imponer su propio modelo. Y así, está manejando con maestría las necesidades de la mayoría de los países y los resortes que tiene a su alcance para debilitar cualquier oposición a sus designios.

¿Y cuáles son sus designios? Exportar el modelo alemán a toda Europa. Alemania sabe que para mantener una moneda fuerte necesita, o el respaldo de un gran poder militar -hoy por hoy en manos de Estados Unidos-, o una economía exterior muy potente, que exporta muchísimo más de lo que importa de forma que le permita acumular recursos, tal y como está haciendo China.

Alemania está en esa posición, lo que ocurre es que gasta gran parte de esos recursos en financiar a la UE y eso debilita su capacidad de influencia y en consecuencia la del euro en la arena internacional.

Ha esperado a que la mayoría de países europeos estén muy endeudados para cortar el grifo y exigir que se paguen las deudas. Esto es lo que oímos todos los días: no hay posibilidad de endeudarse más, así que hay que reducir el déficit y para eso el Estado tiene que recortar gastos. Llegados a este punto se podría hablar de los ingresos, pero no interesa. Si el estado reduce los gastos hay menos dinero en circulación, se compra menos y el Estado recauda menos, con lo que no se soluciona el problema del déficit; pero todo esto tiene un efecto interesante desde el punto de vista de Alemania: al estar toda la economía de la UE deprimida, la única manera de vender algo es exportar al resto del mundo.

Si la UE, y no solo Alemania, consigue exportar más de lo que importa, generará recursos y fortalecerá la posición del euro. De alguna manera, lo que hace Alemania hoy en día lo haría toda la UE. Esta política pone a todas las empresas a mirar al resto del mundo más que al mercado interno.

Esta política no es neutral. Aquellas regiones o países que estén muy endeudados difícilmente podrán levantar cabeza a menos que tengan una potente economía exportadora. En caso de que no la tengan se convertirán en zonas deprimidas, despobladas y sin apenas actividad económica. La famosa Europa de dos velocidades se asemejara a un gran espacio vacío con algunos núcleos con gran actividad económica que se concentrarán alrededor de Alemania.

En este marco general que se está imponiendo por la perseverancia de Alemania es el marco en el que tendremos que movernos previsiblemente en los próximos años. Euskal Herria tendrá que buscar su propio camino. La nuestra es una economía abierta, con un peso importante de las exportaciones, pero que sobre todo mira a Europa, y viendo cómo se están desarrollando los acontecimientos ese mercado europeo pronto se puede convertir en un desierto con algún que otro oasis.

Tendremos que mirar al resto del mundo para poder vender aquello que hacemos. Para garantizar nuestro futuro como país, ésta será una línea a desarrollar. No la única. También habrá que apostar por el desarrollo endógeno, por una mejor organización social, por invertir en servicios públicos que localizan la inversión en el territorio; de esta manera se genera actividad económica, empleo y riqueza a su alrededor, y al mismo tiempo se mejora la calidad de vida de la ciudadanía.

Ahora que Alemania tiene a la Unión Europea en el punto en el que quería tratará de mantenerla al borde del acantilado hasta que llegue la solución política. Seguramente, la transformación de la UE ya ha empezado. Lo que no cambiará será el modelo económico alemán.

Parece que Angela Merkel al final se saldrá con la suya. Aunque de éxito también se puede morir. En cualquier caso, este pequeño país tendrá que tomar sus propias decisiones teniendo en cuenta cómo será el contexto europeo los próximos años.

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