El Estado español celebra hoy las elecciones más previsibles que tienen lugar en este territorio desde aquellas celebradas en 1982 y que trajeron la primera victoria de Felipe González. Los 15 días de campaña no han aportado novedades a una situación política marcada por la crisis económica que ahoga a buena parte de la eurozona y Mariano Rajoy, candidato del PP, sólo arrastra la incerdidumbre sobre cuál será su margen de victoria. Además del arrollador triunfo de la derecha española, los comicios que se celebran hoy también medirán el grado de descomposición al que puede llegar el PSOE, al que las encuestas auguran sus peores resultados en los últimos 30 años y el refuerzo a nivel estatal de opciones como IU, UPyD o incluso Equo. Todo ello, al margen de que estas son las primeras elecciones que celebra el Estado español desde que ETA anunciase el fin definitivo de su actividad armada. Una decisión histórica que no ha tenido su reflejo en una campaña mucho más centrada, fuera de Euskal Herria, en la prima de riesgo y las recetas anticrisis.

«Yo garantizo que salimos de esta», aseguró Rajoy el viernes en Madrid, cuando su mitin de cierre de campaña se convirtió en la celebración del éxito tras dos asaltos fallidos a la Moncloa. La campaña del sucesor de José María Aznar al frente del PP se ha basado en no hacer demasiado ruido, no asustar al electorado progresista con anuncios de futuros recortes y dejarse llevar por la inercia de unas encuestas que le auguraban un paseo hasta llegar a la Presidencia.

De hecho, esta ventaja le ha permitido a Rajoy no introducir hasta los últimos días de campaña el mensaje de que los números rojos y la presión de los mercados «no se solucionarán mañana». En este sentido, y ante la impopularidad de las medidas que pueda adoptar en el futuro, han sido sus asesores quienes han aprovechado la semana para lanzar globos sonda que permiten intuir futuros recortes sociales.

Encuestas arrolladoras

A pesar de todo, las encuestas prevén una victoria arrolladora, otorgando al PP entre 198 y 184 escaños (de un total de 350). Además, está previsto que la formación derechista gane más terreno en zonas que hasta el momento se habían mantenido como baluartes socialistas, especialmente en Andalucía y Catalunya, donde está previsto que el PSC mantenga su victoria pero con un fuerte ascenso de los populares. Con la victoria en el bolsillo, la principal incógnita de Rajoy es saber en quién confiará para formar su primer Gobierno teniendo en cuenta que su figura siempre ha ejercido de puente entre las diferentes almas populares que, una vez en el poder, reclamarán sus cotas particulares en ministerios.

En el feudo socialista, la pugna está en maquillar la debacle. Las encuestas le otorgan entre 126 y 112 diputados, un descalabro histórico. Alfredo Pérez Rubalcaba siempre se situó más como jefe de la oposición que como presidente.

Así que, en este caso, el gran interrogante se desvelará a partir del día 21 y será averiguar si el ex ministro de Interior seguirá al frente del barco, pilotará una transición dentro del PSOE o se marchará como hizo Joaquín Almunia.

Al margen de lo que ocurra en Euskal Herria, Països Catalans y Galiza, la desmembración del PSOE tendrá, previsiblemente, dos beneficiarios: IU, que podría remontar de los dos parlamentarios que posee en la actualidad hasta un máximo de 11, y UPyD, que aumentaría su representación en uno o dos escaños. Equo, la formación ecologista, sólo tiene casi segura su acta por su coalición con Compromis.