GARA > Idatzia > Kirolak> Eskubaloia

Liga Asobal

Eternos rivales, pero iguales

San Antonio y Anaitasuna se reencontraron de nuevo en un partido de entrega total, sin reservas, en el que los antonianos hicieron frente a todas sus bajas exprimiendo sus recursos al límite. Hasta que, con el tiempo a cero, Schulz le paraba un penalti a Sevaljevic.

p048_f01_250x156.jpg

p048_f02_124x188.jpg

p048_f03_071x088.jpg

p048_f04_071x096.jpg

SAN ANTONIO 28

ANAITASUNA 28

Juan Carlos ELORZA

Sevaljevic, que había dirigido las operaciones de la menguada primera línea albiazul durante todo el partido, con media docena de goles en su casillero, frente a Schulz, que sin hacer un partido sobresaliente sí llevaba en su haber algunas paradas de mérito. Cara a cara, con el reloj a cero, y más de 31 años de espera concentrados en un segundo. Sevaljevic amaga, Schulz parece intuir por donde va a ir el lanzamiento -el video da mucho juego-, cierra las piernas y se desplaza a su izquierda, para que el balón choque en su cuerpo y salga rebotado fuera del campo.

El empate a 28 hizo justicia a los dos equipos y a ninguno. Ambos merecieron ganar, y ninguno perder. San Antonio dio todo lo que tenía, y más, incluso utilizando a Nico Mindegia renqueante en los siete últimos minutos, cuando Anaitasuna ganaba 26-27 y Juanto Apezetxea observaba a su primera línea fundida sin recambio posible

Mindegia salió y su presencia se notó, dio un pase de gol a Peciña (28-26), y tuvo en sus manos el último balón, el que pudo valer el triunfo. Amagó el pase a su derecha y, con una finta hacia su lado débil, penetró con todo para estrellar el balón en el poste. El árbitro señaló penalti por la acción de Carvajal y Reig al tratar de cerrarle, y el resto quedó entre Schulz y Sevaljevic.

San Antonio salió lanzado en los primeros minutos, con el único central que le quedaba sano -Víctor Alvarez- a toda máquina. Para el minuto 10 ya llevaba cinco goles en su cuenta particular, de los 7 anotados por los antonianos, mientras el lituano Bernatonis, que tiene un garrotazo de cuidado en su brazo derecho, le daba la réplica en el otro área. Un Agirrezabalaga hiperactivo también contribuía con sus goles y robos de balón, y Sevaljevic completaba la limitada batería ofensiva antoniana.

Pero Anaitasuna no se descomponía, a los goles de Bernatonis se sumaban las genialidades de Ragot y el siempre eficaz trabajo en el pivote de Reig, y poco a poco fue remontando hasta que al San Antonio se le empezó a agotar el oxígeno, momento que los verdes aprovecharon para remontar, aprovechando una doble exclusión seguida de Julen López y Luisfe Jiménez para para pasar del 12-9 al 13-14, y marcharse al descanso con 14-16. El último gol, además, fue increíble: con el tiempo a cero y golpe franco para Anaita, escorado a la izquierda, el zurdo Paco López, desde su lado «malo», lanzó un balón bombeado-liftado que se coló por la escuadra del lado contrario, ante la atónita mirada de Lucau y de todos los presentes en el pabellón.

San Antonio salió enchufado en la segunda parte, recuperado el aire y con el objetivo de que no se abriera hueco en el marcador. Anaitasuna fue todo lo contrario, torpe y fallón, perdiendo cuatro posesiones en los primeros minutos. A los cinco minutos un parcial de 3-0 ponía a los locales de nuevo por delante, y de repente el partido entró en una espiral de toma y daca que ya no pararía hasta el final.

Ristanovic había entrado en lugar de Lucao, y en la primera acción rechazaba un balón a bocajarro de Reig. Mientras lo celebraba, el rechace fue a parar a manos de Chocarro, y el portero serbio volvió a parar su lanzamiento. En la siguiente jugada ofensiva Borragán tampoco podía batirle, y la portería de San Antonio empezaba a funcionar.

Matias Schulz no quiso desentonar y también empezó a parar, hasta el punto de que ambos porteros brillaron en la segunda parte acreditando porcentajes de aciertos similares, aunque el argentino se quedara con la última imagen porque su parada valía un punto muy valioso, en la clasificación y en la ciudad, para su equipo.

Los empates se sucedieron desde la igualada a 16, a 17, 18, 19, 20, 21, 22, 24, 25, 26 y la final a 28, y en medio hubo momentos para disfrutar de las acciones de ambos equipos. Anaitasuna se sacudió la embestida inicial de San Antonio a base de combinaciones con Reig, que el pivote tradujo en tres goles, creando dudas en la defensa, que se echó atrás para cerrar huecos y abrió paso a la primera línea del Anaita en las siguientes jugadas.

Con 19-18 Etxaburu pedía tiempo muerto tras una exclusión de Cristian Martinez y demostraba tener muy bien trabajadas estas situaciones de inferioridad. Con uno menos, y Goñi con el peto de portero en las primeras evoluciones del ataque, Anaitasuna salvó los dos minutos en inferioridad con un 0-1 a su favor. Unos minutos después el excluído era Reig, Etxaburu repetía su táctica y esta vez saldaba el periodo con uno menos con 0-2 a su favor.

El contrapunto llegaba cuando el excluído fue un antoniano, Luisfe Jiménez, a cuatro minutos del final y con 27-26 en contra. Etxaburu metió dos pivotes en la línea, pero Bernatonis resolvió de forma precipitada y con un lanzamiento mal elegido y ejecutado que detuvo Ristanovic y dio paso al 28-26.

En el otro área Juanto Apezetxea veía que su primera línea se iba agotando y mediado el segundo tiempo animó al holandés Sluijters, algo ausente en el juego hasta entonces, a soltar su brazo. Fueron tres minutos fulgurantes, con tres ataques seguidos resueltos por el zurdo con tres lanzamientos en suspensión fantásticos, localizados en tres puntos distintos de la portería de Schulz, que no veía cómo detener la sangría.

Guardiola, fundido también, dejaba paso a Peciña en el pivote, y el irundarra tomaba el relevo goleador de Sluijters aprovechando todo lo que le llegaba y marcando tres goles a partir del minuto 50. David Jiménez sustituía a Agirrezabalaga y marcaba su gol, que permitía a San Antonio mantenerse en el partido mientras veía como todos sus titulares iban saliendo de la cancha agotados por el esfuerzo.

Hasta que Mindegia hizo su aparición en el campo. A Juanto Apezetxea ya no le quedaba nada más, y Borragán acababa de marcar el 25-26. Anaitasuna amenazaba con hacer valer sus mayores reservas físicas, como había sucedido en el tramo final de la primera parte, y Apezetxea intentó oponer lo que tenía.

La entrada de Mindegia coincidió con tres errores de Ragot, que televisó un lanzamiento en suspensión -lo paró Ristanovic-, se jugó una rosca demasiado arriesgada en una penetración ante la agresiva salida del portero serbio -que la rechazó-, y culminó sus cinco minutos de desaciertos con una falta de ataque. Cuando se despejó el polvo San Antonio ganaba 27-26 y Mindegia aportaba todo lo que tenía en los últimos ataques. A punto estuvo de decidir el partido... pero allí estaba Schulz.

 

Enorme ambientazo acorde a una cita algo más que histórica

Aunque el Universitario no se llenó -seguro que los 20 euros de las entradas tuvieron algo que ver-, el ambientazo que se vivió en las gradas respondió a las expectativas y correspondió al esfuerzo y juego que desplegaron los jugadores en la pista. Ayer los protagonistas no fueron sólo ellos, sino también cada aficionado que se dio cita en un espectáculo histórico que había tardado demasiado tiempo en reeditarse.

Con la celebración previa de sendas comidas -San Antonio en el asador Mutiloa con algo más de quince personas y Anaitasuna en su sociedad, en la que participaron unas 60-, el pabellón se fue entonando a ritmo de txaranga -una por cada hinchada- y de cánticos, algunos con cierta sorna para «picar» al rival. Los jugadores verdes tuvieron un bonito detalle y saltaron al calentamiento con unas camisetas en las que se recogían los nombres de las 28 plantillas que desde la temporada 83-84 no habían podido jugar en la Asobal y el lema «Hoy jugamos todos».

Música sanferminera por doquier para empezar a poner el punto festivo necesario y solidaridad, que también la hubo, pues los espectadores que acudieron al recinto colaboraron con el Banco de Alimentos y en los prolegómenos del choque, varios niños saltaron al centro de la cancha con una pancarta en contra de la violencia de género, que fue recibida con un aplauso generalizado. Todo perfecto. Hasta la foto conjunta de ambas plantillas y cuerpo técnico ponía de manifiesto que no era un encuentro más.

Tampoco para casos curiosos que se vivieron en la grada. Por ejemplo, los matrimonios formados por Jesús Luzuriaga y Puri González, ambos de Anaitasuna, y Asensi Jiménez y Estela Lantziego, del San Antonio. Amigos de toda la vida, y ataviados con los colores de sus equipos, vivieron el acontecimiento con toda la pasión y deportividad del mundo, equilibradas sus fuerzas al máximo, pues acudieron a la cita acompañados de sus respectivas parejas de hijos.

La camaradería ya se había iniciado a la hora de la comida -compartieron mesa en la sociedad Zizur-Artea- y la complicidad también se mantenía al descanso. «Que este derbi dure muchos años porque queremos que se llenen los pabellones», comentaron. Unos hablaban de remontada tras el descanso -casi lo hizo San Antonio- y otros de llevarse el partido. Al final ninguno cumplió al completo con su predicción, pero sin duda que acertaron al vivir en directo un espectáculo que fue más allá de los puntos en juego. Seguro que ya se habrán emplazado para disfrutar del partido de la segunda vuelta. N.M.

Ambos técnicos coinciden en lo equilibrado del encuentro

Tanto Juanto Apezetxea como Aitor Etxaburu convinieron en que el derbi estuvo marcado por un equilibrio que se reflejó en el marcador final, aunque con un regusto inmediato diferente.

Más amargo para los albiazules, cuyo técnico destacó que los suyos llegaron con algo más de ventaja «a los minutos finales», pero que «se nos volvieron a cruzar los siete metros».

Para su homólogo antoniano, el resultado fue «justo» y «orgullosos de haber vivido este derbi», una sensación coincidente.

Matías Schulz y Niko Mindegia, protagonistas en los minutos decisivos, también señalaron que habían vivido un encuentro con sensaciones únicas. N.M.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo