El Granada que hizo historia
El «Matagigantes» de los 70
De aquellos años en que el equipo ganó a todos los grandes, se recuerda a la pareja de centrales más «quirúrgica» del fútbol español, formada por el argentino Aguirre Suárez y el paraguayo Pedro Fernández.
Joseba VIVANCO
En 1972 Miguel Ríos editaba su entonces cuarto álbum, un directo titulado ``Conciertos de rock y amor'', y ese mismo año el Granada C.F. se codeaba en la zona media-alta de la tabla en Primera División con ilustres del fútbol como el Athletic, el de los Iribar, Sáez y Rojo, que en su visita a Los Cármenes regresaron al Botxo con un 5-1 en contra. Era la época dorada del club granadino, que aquella temporada 1972-73 reunió al mejor equipo de su historia y obtuvo la mejor clasificación. Cuatro décadas más tarde de su gran época dorada, el club nazarí ha vuelto a la élite.
Izcoa o Ñito; De la Cruz, Aguirre, Suárez, Falito, Jaén, Fernández; Lasa, Porta Barrios, Fontenla y Vicente. La alineación tipo de aquel Granada de los primeros años 70 que no sólo derrotó al Athletic, sino al Barcelona (2-0), al Real Madrid (2-1) y al Sevilla (3-0). Una plantilla recordada en el tiempo en Granada, pero también en el resto de equipos, quizá no tanto por su juego, sino por su temible pareja de centrales que fueron el terror de los rivales en aquella época. El argentino Aguirre Suárez y el paraguayo Pedro Fernández, quienes, literalmente, sembraban el terror en todos los campos por donde pasaban.
«Granada, como ir a la guerra»
«Jugar en Granada es como ir a la guerra», llegó a declarar un par de años después el barcelonista Asensi. La visita a Los Cármenes era una fecha temida por todos los rivales. La zaga andaluza era suficiente para amilanar a cualquier delantero. Fue entonces cuando se empezó a fraguar la fama de equipo violento, que crecería en las temporadas posteriores y que sigue siendo recordado, hoy.
En aquella campaña se pasó «del imaginario popular de un grupo de futbolistas melenudos, de pobladas patillas y ceñidos pantalones, a un equipo con fama de ser el más duro del fútbol español, a aquella temible pareja que formaron el Negro Aguirre Suárez y Pedro Fernández en el eje de la zaga (los centrales `quirúrgicos') con su lugarteniente Montero Castillo siempre al quite, a cruentas batallas sobre el césped rebosantes de testosterona, a tardes de regocijo bajo el rojizo atardecer granadino...», como escribe Borja Barba en el blog «Diarios de fútbol».
Uno de aquellos `leñeros' que más marcas dejó en cuantos rivales se topó en su carrera fue Aguirre Suárez, que llegó a ser incluso llevado a prisión por orden del dictador argentino de turno por los incidentes ocurridos en la final intercontinental de 1969 entre el Milan y el Estudiantes. Gracias a la puerta abierta en el fútbol español con los `oriundos' -se dice que el jugador tenía hasta cinco pasaportes-, llegó al Granada en 1971 después de ser suspendido de por vida en su país natal.
Una historia que relata el blog «5.000 y un Ramos», dedicado al Granada, y que recuerda que, junto al paraguayo Fernández, el Negro formó una pareja letal. «Ya no hay centrales como él, una raza extinguida de hombres que eran fieras defendiendo el área», diría de él su compatriota e internacional argentino Roberto Perfumo.
Tanta fama se ganaron en el campo que cuando el Granada viajaba al Bernabéu o Mestalla, Aguirre no lo hacía, y cuando el Madrid venía a Los Cármenes, Amancio tampoco. Por si acaso. Cuando el madridista volvió por Los Cármenes, en partido de Copa después de finalizar la temporada 73-74, el paraguayo Fernández le propinó una `caricia' que le costó al defensa quince partidos de suspensión.
Esa temporada, al dúo de centrales se unió otro marrullero, el uruguayo medio-centro defensivo internacional Montero Castillo, que acrecentó la leyenda de equipo duro. Es la temporada en que Johan Cruyff, un 28 de octubre, debuta con el Barça, con dos goles suyos, precisamente en Los Cármenes.
«¿Para charlar con vos había que usar canilleras?», le llegaban a preguntar a Aguirre Suárez en una entrevista, años después. Sobre los métodos que se dice que este hombre usaba hay bastante «literatura», pero también realidad: llevar alfileres para pinchar a los contrarios; meter los dedos en los ojos de los rivales; hacerle a un rival algún comentario relacionado con su novia o algún familiar; tirar tierra a los ojos de los guardametas contrarios en los córner... «Un repertorio acompañado del uso a discreción de los codos y otras partes de la anatomía».
Futbolistas y centrales duros los ha habido siempre, pero como definió el periodista deportivo Alfredo Relaño el término `cacique del área', «ninguno como Aguirre Suárez, que dejó un recuerdo terrorífico».
Uno de los episodios más curiosos del Granada tiene como protagonista al astro Diego Armando Maradona, junto a sus dos hermanos, Hugo y Lalo. Era la temporada 1987-88 y el club andaluz, que militaba en la División de Plata, había fichado a Lalo, el menor de los Maradona, y como parte del trato se negoció que en el partido de presentación los tres argentinos jugarían un amistoso vistiendo la zamarra rojiblanca. El partido se disputó el 18 de noviembre de 1987 en el estadio de Los Cármenes y el rival elegido fue el Malmoe sueco. Con el brazalete de capitán y el número 9 a la espalda, Diego Armando encandiló a los miles de espectadores que abarrotaban las gradas y consiguió firmar un bonito gol de falta, marca de la casa. El encuentro terminó con victoria local por 3-2 con tantos del también protagonista Lalo Maradona y Manolo. La recaudación rondó los 20 millones de pesetas, una gran cantidad para aquella época; lo malo es que, si bien las expectativas generadas fueron muchas por el gran comienzo de Liga que tuvo el equipo, al final volvió a descender a Segunda B. J.V.