Ahora que parece que se está volviendo al orden divino de las cosas: va a gobernar en España la derecha heredera de las esencias franquistas, con la vuelta de la mantilla, el escapulario, el rosario vespertino y todas esas señas de identidad del nacional catolicismo español. Cuando parece que la Liga de fútbol, por fin y gracias a las plegarias de los obispos, las gestiones de los responsables de los partidos mayoritarios, especialmente del «marquista» presunto nuevo presidente del gobierno del Reino de España, y de las ayudas arbitrales, vuelve a estar a mano del Real Madrid, que en Catalunya mandan, otra vez, los mismos, pero con acento catalán para camuflarse, se puede producir una revuelta inesperada, un otoño o invierno catalán que, seguro, puede tener alguna trascendencia peninsular.

Veamos. Las televisiones de la FORTA, es decir los entes públicos de radio y televisión de las comunidades autonómicas, hace unos años que perdieron por cuestiones económicas los derechos de emisión de los partidos, en abierto, de la Liga de Fútbol. En estas dos últimas temporadas, en una jugada amistosa y políticamente correcta, algunos partidos de fútbol de la Champions son emitidos por esas cadenas, aunque no tengan equipos de sus regiones en liza. Y algunas cadenas autonómicas, con presupuestos suficientes y equipos suficientes, mantienen derechos compartidos de emisión en abierto con La Sexta, o sea, con Mediapro para los partidos de sus equipos más importantes.

Pues bien, los recortes que está realizando Artur Mas, ese señor del flequillo que gobierna en Catalunya, está afectando a la televisión catalana, con el cierre de dos de sus canales, y, esto es lo grave, poniendo en peligro la emisión en abierto de los partidos del Barça. Y eso, sí que no. Eso es un agravio muy grande. Si cierran ambulatorios o plantas de hospitales, se pueden buscar soluciones, pero no ver al Barça dos o tres veces por semana, eso es una traición. Así que atentos a las reacciones ante este atropello porque puede aparecer una nueva vía de escalada de la violencia social. Pagar por ir al médico, se puede entender, pero pagar por ver a Messi, es la hecatombe.