El delantero serbio no cuenta para Mendilibar
Dejan Lekic, otra apuesta ofensiva que parece ir destinada al fracaso
La historia rojilla más reciente viene demostrando que un importante desembolso económico no es sinónimo de éxito. A la decepción actual del ariete serbio ya le precedieron otros episodios igualmente relevantes como los del «Chengue» Morales, Portillo y Dady.
Natxo MATXIN
Disputado poco más de un tercio de la competición, Osasuna ya ha hecho la mitad de sus deberes. Un magnífico colchón -está a nueve puntos del descenso- para una escuadra ubicada en la séptima posición, a la que se le puede achacar que tiene más efectividad que juego, pero en cuyo descargo hay que valorar que está en pleno proceso de renovación de su once.
En el plano colectivo las cosas no le pueden ir mejor a la escuadra navarra, pero detrás de esa felicidad grupal hay casos particulares que no están contribuyendo al éxito del equipo. Tres son los nombres que primordialmente entrarían dentro de esa categoría: Ricardo, Calleja y Lekic. En especial, el caso del delantero serbio, que confirmaría la continuada trayectoria de fracasos en los últimos tiempos en lo que a inversión en apuestas ofensivas se refiere.
Por el ex ariete del Estrella Roja peleó Osasuna en el mercado veraniego de 2010 frente a otros competidores que se querían hacer con sus servicios -Racing y Deportivo, sobre todo-, hasta el punto de pagar una cifra importante -2,6 millones- y ofrecerle un contrato prolongado, que se extiende hasta 2015.
Sin embargo, la confianza en el gigantón balcánico fue mermando a medida que pasaba el tiempo. Problemas físicos -exceso de peso- y familiares -estaba a punto de ser padre- impidieron que rindiese al nivel esperado. Su proceso de adaptación resultó excesivamente lento y sólo el gol que consiguíó ante el Sevilla -supuso el 3-2 de un encuentro épico- en el último tramo liguero abrió las puertas a la esperanza.
Unas expectativas que, de momento, no se han cumplido, pese a ser uno de los goleadores de la pretemporada. Entre las razones de su ausencia sobre el césped y en las convocatorias, su técnico, José Luis Mendilibar, ya dejó caer indirectamenten en una de sus comparecencias ante la prensa la falta de compromiso del serbio en los entrenamientos. Hay quien apunta también que en el stage italiano de pretemporada pudo ocurrir algún episodio de indisciplina.
Sea como fuere, el caso del de Kraljevo no es sino un capítulo más en la lista de apuestas en ataque que han finalizado en agua de borrajas tras un importante desembolso económico.
Chengue, Portillo, Dady...
De este periodo reciente, el «Chengue» Morales supuso la primera desilusión. Incorporado en la 2002-03 como el fichaje más caro del club rojillo hasta ese momento, el charrúa sólo destacó al final de la 2004-05 con una racha goleadora en la que anotó durante siete jornadas consecutivas. Por contra, la grada vibraba con él más por sus enfrentamientos físicos con otros contrarios que por su capacitación frente al marco rival.
Tras las buenas sensaciones dejadas por la cesión de Soldado, Osasuna puso en manos de Javier Portillo todas sus expectativas ofensivas. Llegado en 2007 tras pagar 750.000 euros al Nàstic, el futbolista madrileño finalizó su periplo osasunista sin pena ni gloria, apenas dos años más tarde, pese a fichar por cuatro temporadas. Tres goles en los 45 partidos oficiales en que participó fueron su pobre estadística.
Para intentar contrarrestar este fracaso, la entidad rojilla realizó su desembolso más importante de todos los tiempos. Pagó 3,5 millones por el portugués Dady quien, a causa de su irregularidad, tampocó dio los frutos apetecidos: 11 goles en 56 partidos. Si nada lo remedia, Dejan Lekic va camino de sumarse a todas estas decepciones.
Es el tiempo que ha jugado Dejan Lekic en la presente temporada. En la anterior jugó 26 partidos -cuatro de ellos como titular-, en los que anotó un par de goles, uno muy importante, el que supuso el triunfo frente al Sevilla.
Frente a los importantes desembolsos económicos que Osasuna ha realizado en las últimas temporadas a la búsqueda de ese delantero referencia, lo que mejor rendimiento deportivo le ha aportado a la escuadra navarra es cuando ha puesto sus miras en algún jugador veterano y contrastado en posiciones avanzadas.
Dos casos dan fe de ello. El primero, el de Savo Milosevic. Cuando arribó a la escuadra navarra en 2004, el serbio ya se había curtido en varios campeonatos, como el de su país, Inglaterra, Italia y en la Liga española -Zaragoza, Espanyol y Celta- y, lejos de acomodarse en los que eran sus últimos años de trayectoria deportiva, el balcánico fue pieza clave con sus goles -22 en tres temporadas- y, sobre todo, con su saber estar en el campo en los recientes logros de la final copera, el cuarto puesto liguero y las semifinales de la UEFA.
Su marcha de Osasuna coincidió con la llegada al club de Walter Pandiani. El ariete charrúa vivió en la entidad rojilla los altibajos del fútbol. Como consecuencia de su mala relación con Ziganda, de un periodo en el que estuvo prácticamente defenestrado, pasó a ser -coincidiendo con la incorporación de Camacho como técnico- pieza esencial en las sucesivas salvaciones in extremis del equipo.
Muchos de sus goles sirvieron para cosechar trascendentales puntos en la consecución de la permanencia, entre ellos el que marcó en el Camp Nou el 23 de mayo de 2009. En sus cuatro temporadas en Osasuna, el uruguayo consiguió anotar 31 dianas. N.M.