Mikel INSAUSTI

Andrew Niccol es un importante autor de moderna ciencia-ficción, que encuentra verdaderos problemas para ver plasmados sus argumentos en el cine. El neozelandés sufre directamente la falta de respeto con que tratan los productores de Hollywood un género, que prefieren vender disfrazado de thriller de acción futurista. “In Time” es un perfecto ejemplo de semejante degradación comercial, porque su contenido resulta tan visionario como el de cualquier novela anticipativa de Philip K. Dick, pero es su desarrollo a base de persecuciones, al estilo de “La fuga de Logan”, el que lo conduce por otros derroteros. Aún así, es de elogiar el constante esfuerzo de Niccol por no desviarse del interesante y original tema de fondo, intentando llevar clásicos como “Bonnie & Clyde”, “James Bond” o “Robin Hood” a su terreno. La joven pareja estelar que huye se introduce en ambientes sofisticados y asalta el banco del tiempo para repartir dicha riqueza entre los más necesitados.

El diseño de la pareja compuesta por Justin Timberlake y Amanda Seyfried responde a los perfiles opuestos de la división del mundo futuro, porque él pertenece a la clase obrera que vive en la zona horaria de Dayton, mientras que ella forma parte de la élite asentada en la zona horaria de New Greenwich. Dos hemisferios surgidos de la repartición desigual del tiempo, que es la nueva moneda de cambio que sustituye al dinero. Los potentados han conseguido acumular reservas temporales para la eternidad, debido a que el reloj biológico de las personas se ha detenido a la edad de 25 años, que es la de la plenitud. A cambio se aburren dentro de su vacío existencial viendo pasar las horas lentamente; todo lo contrario de los trabajadores, los cuales están sometidos a un frenético y estresante ritmo de producción, con tal de ahorrar unos minutos o segundos más de vida. El héroe de la función se lanza a la misión de cambiar el orden establecido, desafiando a la cúpula del poder que tiene en sus manos el control temporal.