DÍA DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
PP y PSOE celebran su Carta Magna sin abertzales, catalanes ni IU
El día de la Constitución española se convirtió en el reflejo de la crisis política, económica e institucional que atraviesa el Estado español. PP y PSOE lo celebraron casi en solitario, y además con sus portavoces centrados en otra cuestión: la crisis del euro. IU acudió sólo a expresar su protesta por el «vaciado» de la Carta Magna. Los abertzales no acudieron, y al «plante» se sumó esta vez CiU, además de ERC. Patxi López y Yolanda Barcina también se quedaron en casa.
R.S. | DONOSTIA
La celebración anual de la Constitución española se desarrolló ayer en Madrid con más ausencias que nunca, aunque portavoces como el presidente del Senado en funciones, el vasco Javier Rojo, intentaran restarle gravedad indicando que «lo importante son los presentes; ellos se lo pierden».
A la cabeza de este «plante» amplio estaban los abertzales. Ni Amaiur ni PNV ni Geroa Bai consideraron que había nada que celebrar en Madrid. Y tampoco en Euskal Herria, donde, además, sindicatos como ELA y LAB e instituciones como la Diputación de Gipuzkoa y múltiples ayuntamientos trabajaron con normalidad.
La izquierda abertzale indicó en una nota que «la voluntad mayoritaria de la ciudadanía vasca es plenamente consciente de que PP y PSOE usan la Constitución con un claro objetivo político: negar un futuro democrático a Euskal Herria».
Sin embargo, subraya que «están perdiendo la batalla política y la legitimidad, porque la voluntad mayoritaria va en otra dirección, en la dirección de las soluciones democráticas. En este nuevo escenario sin violencia armada de ETA, los constitucionalistas españoles están sin más argumentos que la Constitución ante una mayoría política y social que marca la agenda de las soluciones y que demanda el derecho a ser y decidir para poner fin definitivo al conflicto».
Desde EA, Ikerne Badiola, secretaria de Comunicación, afirmó que «el futuro de Euskal Herria no estará sujeto a los lími- tes constitucionales, sino a la voluntad de la ciudadanía».
Por parte del PNV, su diputado Josu Erkoreka recordó en la Cadena Ser que «no contribuimos a la aprobación de la Constitución» en 1978, y se quejó además de que la última reforma exprés ha echado por tierra «la idea que nos habían vendido de que era poco menos que intocable e inmutable». Por tanto, dijo que su partido seguirá teniendo la misma actitud: «Respetuosa, porque luego desarrollamos una actividad política en el marco de la Constitución, pero firme cuando se trata de no festejar lo que no tiene motivo».
En Euskal Herria hubo iniciativas de denuncia muy diversas. Además de la realizada por la red Independentistak en Durango, que fue la principal, LAB se movilizó en demanda de un calendario laboral vasco propio, Ikasle Abertzaleak llevó a cabo herri eskolak y los jóvenes de IU realizaron un acto de protesta en Bilbo porque «no tenemos nada que celebrar».
CiU faltó esta vez
En el Congreso, a las habituales ausencias se unió esta vez la de CiU, que en años anteriores sí enviaba alguna representación. El PP catalán arremetió contra el president de la Generalitat, Artur Mas, por faltar cuando ahora «se abre una nueva etapa en la que Mariano Rajoy será el presidente de todos».
El portavoz de IU, Cayo Lara, acompañado de dos diputados, se asomó por el Congreso, pero únicamente para dejar constancia de que no iban a participar en este acto al considerar que PP y PSOE han dejado la Constitución «totalmente devaluada».
En cuanto a los presidentes autonómicos, faltaron algunos tan constitucionalistas como la madrileña Esperanza Aguirre. Patxi López, al que en 2009 se elogió en Madrid como primer lehendakari que acudía al evento, se quedó en casa y envió a la consejera de Educación, Isabel Celaá. Tampoco Yolanda Barcina, la presidenta navarra, incluyó esta fiesta en su agenda.
En la calle, centenares de personas se movilizaron en favor de la III República, en un momento en que la monarquía española también está en crisis por motivos como la investigación judicial a Iñaki Urdangarin, yerno de Juan Carlos de Borbón.
El acto supuso también la despedida del polémico José Bono (PSOE) como presidente del Congreso. En su línea patriótica habitual, se refirió a la Carta Magna de 1978 como una «gesta de España».