Técnicas de contención para hacer frente a conductas agresivas
«Medidas de contención: El uso sin abuso» es el título de una publicación en la que varios expertos en taekwondo y hapkido exponen técnicas para hacer frente a las conductas agresivas a las que se enfrentan trabajadores sanitarios, educadores y personal de los servicios sociales.
Agustín GOIKOETXEA
No es la primera vez en que las personas implicadas en la elaboración de ``Medidas de contención: El uso sin abuso'' tratan de aportar sus conocimientos en artes marciales para ayudar a otras en su trabajo cotidiano. Guzmán Ruiz Garro, Ana Agúndez Basterra, Igor Ruiz Agúndez e Izaskun Canga Sánchez llevan los últimos siete años impartiendo cursos sobre medidas de contención aplicando técnicas de taekwondo y hapkido; también colaboran en cursillos de autodefensa orientadas a las mujeres.
Tras un arduo trabajo, ponen a disposición de instituciones, asociaciones y profesionales del ámbito sanitario, educativo y de los servicios sociales una herramienta para prevenir y manejar situaciones de riesgo como consecuencia de conductas agresivas. Guzmán Ruiz Garro explica que su libro va dirigido, por ejemplo, a trabajadores de la sanidad que potencialmente pueden intervenir en la contención física o sujeción mecánica de un paciente, sea en siquiatría o en otro servicio hospitalario; también a los cuidadores de personas con discapacidad física, síquica o sensorial, además de a los educadores de centros de protección de menores y hogares, sin olvidar al personal de centros de acogida y apoyo a personas en riesgo de exclusión social.
Otro ámbito es el de la propia enseñanza, donde se producen con cada vez mayor frecuencia conductas agresivas en las aulas, o en las residencias de personas mayores. Aclara que con este libro pretenden «humanizar al máximo el trato en los casos en que sea preciso aplicar las medidas de contención física y mecánicas», e incide en su faceta formativa «para el control y manejo de situaciones de riesgo provocadas por conductas agresivas mediante técnicas -remarca- no violentas».
La razón para elaborar este manual, que lo ofrecen de manera totalmente gratuita, parte de la experiencia adquirida en las decenas de cursos que ha impartido al personal cuidador del llamado tercer sector y «la escasa o nula formación que he detectado a la hora de encarar las situaciones de riesgo que se generan por conductas agresivas. La mala praxis y la falta de preparación conllevan maltrato, aunque sea involuntario».
Comenta que su objetivo es que este manual pueda estar a disposición de todo el que lo necesite: «A todas las personas que tengan algún tipo de responsabilidad en el cuidado y custodia de la gente que, por diferentes causas, necesiten de la protección de instituciones públicas, privadas o por las que asisten mediante voluntariado».
«Las medidas de contención -precisa- se han de utilizar como último recurso, cuando han fracasado otras medidas o no son aplicables para conseguir la seguridad del usuario, del cuidador o del médico, ante conductas violentas o de alto riesgo para el propio usuario, para otros usuarios o para el personal que los atiende».
Las técnicas de artes marciales sirven para velar por la promoción y protección de la salud y garantizar la seguridad de las personas a cargo del personal cuidador. Los autores resaltan que es, precisamente, ese objetivo lo que lleva a tener que aplicar medidas terapéuticas restrictivas a pacientes con riesgo de autoagresión y/o heteroagresión.
Garantizar derechos
Ruiz Garro insiste en que, con la aplicación de estas técnicas, se evitan las consecuencias traumáticas para el paciente o usuario del acto de la contención, garantizando la protección de sus derechos.
La contención, puntualiza, es un recurso que se utiliza «con cierta frecuencia» en diferentes ámbitos de la atención sanitaria, como es el caso del 6% de los pacientes siquiátricos internados, entre el 31 y el 59% en las residencias para personas mayores, el 23% de los casos de hospitalización siquiátrica infantil, y la prevalencia se sitúa en el 30% cuando se observan los pacientes siquiátricos atendidos en los servicios de urgencias, tal y como consta en los datos oficiales. «En los servicios médico-quirúrgicos hospitalarios, donde se atienden enfermedades aguas o reagudizaciones de enfermedades crónicas, la frecuencia del empleo de la restricción de movimientos y/o aislamiento alcanza la cifra nada despreciable del 17%», añade.
Los autores señalan que, aunque son situaciones que habitualmente se repiten, hasta el momento no había una técnica de contención específica orientada a estos casos. Apuntan que no es lo mismo aplacar a una persona mayor en una residencia que a un paciente joven o de mediana edad en un hospital siquiátrico, o a un menor con problemas de conducta.
«Los manuales existentes sobre medidas de contención no explicitan cómo o con qué técnicas en concreto se debe inmovilizar. Esto lleva a la improvisación -lamentan-, a que se provoquen lesiones y a problemas legales». Por ello, en esta publicación se documenta detalladamente cuáles son y cómo se deben realizar las técnicas de contención. «No hay nada publicado que se le parezca siquiera», aseguran.
Las técnicas que se emplean son las de la manipulación no traumática de las articulaciones y en los llamados puntos de presión, las zonas del cuerpo más sensibles por una mayor presencia de neurorreceptores, para lograr la colaboración del usuario con conducta agresiva. «Aunque los conocimientos en artes marciales que poseo me han servido para diseñar estos recursos técnicos, lo expuesto en el libro -aclara Ruiz Garro-, ejecutado profesionalmente, no ocasionará ningún menoscabo ni maltrato».