Iñaki LEKUONA | Periodista
Puñales en Nueva York
Cuando DSK apareció en las televisiones de todo el mundo esposado y conducido por la policía de Nueva York a comisaría como presunto autor de una agresión sexual, al otro lado del Atlántico, en su terruño, una multitud de incondicionales clamó complot. Una puñalada, decían. Y en la red las teorías conspiratorias señalaron al inquilino del Elíseo. Ahora, medio año después, Libération asegura haber confirmado por tres fuentes distintas que dos llamadas se hicieron desde Exteriores y Justicia a la fiscalía neoyorkina. Dos llamadas del tipo: «Oiga, ¿es la fiscalía de Nueva York...? mire, que les llamo de París, del gobierno..., que como nos hemos enterado de que detuvieron ustedes ayer a Dominique Strauss-Kahn como presunto autor de un abuso sexual en un hotel, pues hemos pensado que les interesaría saber que puede estar implicado en un asuntillo de prostitución en el Carlton de Lille..., por si les ayuda en su investigación».
Según ese periódico, esas dos llamadas condicionaron la inculpación de DSK y su inmediato encarcelamiento. Dos llamadas que han sido desmentidas de inmediato por el gobierno francés pero que alimentarán estos días el runrún de una presunta confabulación política contra el que era el máximo oponente electoral de Nicolas Sarkozy.
A estas alturas, en política uno puede creerse cualquier cosa y la contraria, porque por aferrarse al poder o por escalar a él los hay que hacen lo que sea. Desde descalabrar a un oponente, hasta apuñalar a un compañero. Que se lo pregunten si no a Patxi López, que aún anda dando tumbos, intentando recuperarse de aquel viaje a Nueva York, la ciudad de los rascacielos donde, como DSK, se despeñó.