En una significativa declaración pública, una amplia representación de los miles de ex presos y ex presas políticas que ha dejado hasta ahora el conflicto en Euskal Herria proclamaba ayer su compromiso en la organización de una «movilización popular constante y eficaz que conseguirá la vuelta de los y las presas y huidas políticas vascas». Significativa porque quien esto decía acumula la vivencia en primera persona de detenciones, torturas y años de una política penitenciaria específicamente aplicada por los estados contra quienes son encarcelados como consecuencia de su compromiso político; y también porque muestra que en ese gran colectivo de 10.000 ciudadanas y ciudadanos vascos que han sufrido prisión por razones políticas en los últimos 50 años, en consonancia con lo que el viernes manifestara el propio EPPK, se apuesta también de forma nítida por una salida democrática al conflicto.

Mientras desde algunos ámbitos políticos y mediáticos se sigue abundando en dialécticas criminalizadoras y de enfrentamiento, ya son muchos los sectores de la sociedad vasca que se embarcan en la demanda de soluciones. Soluciones en las que, a nadie se le escapa, debe entroncarse la salida a dar a las consecuencias del conflicto, y entre ellas, a la existencia de más de seiscientas personas encarceladas y un importante número de huídos y huídas. Y en ese contexto, el posicionamiento de quienes ayer comparecieron públicamente en Azpeitia es meridianamente claro: la solución de las bases del conflicto debe ir paralela y de la mano de la solución de las consecuencias que éste ha generado.

La movilización convocada para el próximo día 7 de enero en Bilbo está concitando muchos llamamientos y adhesiones, así como gran número de declaraciones y proclamas. Y todas coinciden fundamentalmente en que no puede relegarse el cambio de la actual política penitenciaria, que tanto sufrimiento sigue generando, y que no puede mantenerse por más tiempo fuera del proceso abierto en Euskal Herria a los centenares de personas a las que su compromiso político ha llevado a la cárcel y el exilio.