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Amparo LASHERAS | Periodista

Formalidades, protocolos y gestos

Tras el éxito electoral de Amaiur, se han iniciado los vericuetos de normas y protocolos por los que es obligación transitar antes de ocupar los siete escaños conseguidos. Pertenecen a la ceremonia institucional de la democracia representativa, inevitable y rutinaria donde la información se reduce a imágenes y declaraciones que van y vienen por los medios sin explicar la importancia de cada una de ellas. Algunas de estas formalidades poseen una notable carga política, mientras que otras no dejan de ser actos simbólicos con un imaginario de inconveniente y rancia pleitesía al Estado, gestos que al pueblo de Euskal Herria le incomodan bastante. Para concretar, me estoy refiriendo, en primer lugar, a la formación de los grupos parlamentarios y a la decisión de la Mesa del Congreso de no permitir que Amaiur tenga su propio grupo y, en segundo lugar, a la obligada visita de los portavoces de las formaciones políticas al Jefe del Estado español, es decir, al Rey. Sí, al mismo Borbón que impuso el dictador y que, en la Plaza de Oriente, saludaba a la multitud con el brazo en alto. La primera formalidad tiene que ver con el trámite institucional y la decisión de la Mesa era previsible. La voluntad política del PP hacia Amaiur sigue siendo beligerante. No ha asumido la derrota de sus posiciones, ni el escenario político que hoy existe en Euskal Herria. Trabajar para desbaratar la mordaza que le impone el Estado a las aspiraciones de este pueblo, defendiendo objetivos independentistas en Madrid, es un derecho político. Comparecer ante el Rey y agradecer el ser recibido, es un poco demasiado. Educados sí, complacientes u olvidadizos no.

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