Hay días en que uno es incapaz de mirarse en el espejo y otros en los que está encantado de conocerse. Osasuna vivió ayer uno de los segundos. Con razón, porque celebraba el Día de la Cantera, probablemente su mayor motivo de satisfacción, y rendía un nuevo homenaje a Patxi Puñal, precisamente el ejemplo perfecto de jugador criado en Tajonar. El de ayer era un día, en definitiva, en el que tocaba estar orgulloso de ser rojillo.

La jornada arrancó con la plantación en las instalaciones de Tajonar del roble que recibió Puñal con motivo de su 351º encuentro en Primera. Árbol con el que se quiere identificar los valores del club y que de ahora en adelante vigilará de cerca los campos en los que se forman las futuras generaciones rojillas. Además del capitán y todos sus compañeros, el cuerpo técnico y la Junta directiva en pleno, en el acto también participaron los capitanes de los once equipos que componen las categorías inferiores de Osasuna, así como los tres chavales que recogieron el roble de manos del capitán el pasado domingo y que lo habían custodiado hasta ayer.

Una vez plantado el roble, Izco impuso a Puñal la insignia de oro del club, con la que quería reconocer la trayectoria de un jugador que supone «un ejemplo a seguir y un orgullo para nosotros como futbolista que pertenece a Osasuna. Es un jugador que se deja todos los días, en los entrenamientos o en el campo, todo lo que tiene y seguro que todos estos chicos ven en él un ejemplo», insistió, pese a admitir que «quizá habrá que poner alguna placa» bajo el roble, ante el posible despiste de futuras generaciones. «Lo bonito sería que se transmitiera de generación en generación», aseguró Izco.

El homenajeado, por su parte, se reconoció nuevamente abrumado y, sobre todo, agradecido «por este reconocimiento. Ya dije, además, que la idea del roble me parece preciosa. Estas cosas, si cabe, te dan aún más ganas de darle al club y de compartir con todo el mundo todo lo que te queda». Que confía en que sea mucho, pese a admitir que el tiempo pasa de manera inexorable, también para Puñal. «No me gusta demasiado salir por estas cosas -reconoció-, porque cada vez que lo haces piensas qué mayor te vas haciendo y que poco queda. Pero el tiempo va pasando y es inevitable. Y además seguir aquí, y con este tipo de cosas, es reflejo de que la cosa va bien y se van cumpliendo objetivos». Que pueden seguir cayendo, no son pocos los que aún auguran un largo futuro para el capitán. Puñal, por si acaso, prefiere no darle demasiadas vueltas «porque estas cosas no pueden llegar a ser una obsesión. Yo voy a seguir como lo he hecho hasta ahora, disfrutando del fútbol, trabajando y aportando al club todo lo que puedo. Y si batimos marcas bien y si no, se hará lo que se pueda».

La primera, considerable, ya ha caído. Y de ahí el roble que desde ayer crece en Tajonar. Un árbol que, si los deseos de Puñal se cumplen, evocará a un jugador «que ha estado muchos años aquí, que lo ha dado todo por este club, que ha disfrutado mucho jugando en este equipo y que habrá hecho disfrutar a algunos y a otros no tanto. Pero sobre todo, que los que lo vean sepan que ha habido un jugador honrado que ha dado todo lo que ha tenido, en el plano futbolístico y personal».

El futuro

En un mundo perfecto, ése sería también el legado futuro de todos los chavales que ahora mismo trabajan en Tajonar. Evidentemente no será así, pero en el club confían en que el porcentaje de los que lo consigan sea lo suficientemente alto como para que Osasuna perdure como un club de cantera. «El sentimiento es ése -asegura Izco-. Pero primero los chicos tienen que llamar a la puerta del primer equipo y luego los técnicos darles paso. Ya decíamos también el año pasado que sabemos que hay un futuro bastante bonito en la cantera, pero son realidades que se tienen que confirmar con el paso del tiempo. Hay chicos que vienen despuntando, pero que por h o por b pueden parar su progresión y serán gente que no llegue al primer equipo. Pero Osasuna siempre debe basar su filosofía en la cantera y no podemos cambiar», subrayó.

Precisamente una comida con los integrantes de la cantera -más de 300 comensales- cerró la jornada. Un acto en el que Puñal volvió a ser protagonista. Por el «No podrán parar a Patxi Puñal» que se coreó al unísono y porque de nuevo ejerció como argumento perfecto en el discurso de Izco. «El mensaje que nos manda día tras día es el mejor ejemplo: da igual cuánto fútbol tengas en tus botas, dónde juegues y contra quién; si cada partido das todo lo que tienes puedes ir a casa con la conciencia tranquila», ensalzó el presidente navarro.