Vistos los noticiarios uno detrás de otro, y colocados todos los visitantes de ese salón historiado del Palacio de La Zarzuela en fila india televisiva, resulta que quien más regio parecía en su porte, su vestuario y su actitud, era Xabier Mikel Errekondo. Su estatura, su terno gris, su camisa negra, su corbata abrochando su rotundidad corporal para saludar al Borbón con total compostura, era una imagen de tal enjundia que se empezó a labrar un lugar en la historia futura por saber estar de una manera totalmente digna, en un lugar impropio, pero al que se acude con la claridad de llevar un mandato popular y que según los tratadistas de la mayor capacidad del protocolo y el practicismo, hay que vestirse de lobo, para ir a hablar con los lobos.

Pero no era un vestido de lobo, era una manera de desmontar tópicos, de empezar a construir otra imagen colectiva, a partir de la imagen de cada uno, y en este caso, en el portavoz de Amaiur, que no solamente mantuvo ese aire de verdad en las fotos y segundos televisados, pese a la manipulación infantil y grotesca de algunos periódicos de la caverna, sino que supo explicar ante las cámaras, o ante los micrófonos la situación, destacar su sospecha del descerebrado gesto del PP más montaraz y de la señorita Pepis de la derecha españolista, esa rosa, que es más que una rosa, según Vargas-Llosa, que parece un rosario de mentiras y odios.

A los que tenemos un defecto de fábrica que nos empuja a ver estas imágenes, estas entradas y salidas palaciegas, que mira más allá de las tradiciones y manipulaciones, que es capaz de aguantar tomas de posesión y debates, se nos hace la boca agua, porque nos esperan unos días jugosos. En lo político, lo ético y lo estético.

Sabemos el caballo ganador, el que seguirá desapretando las tuercas del Estado del Bienestar, de los logros laborales, sociales, el que seguirá a pie juntillas los planes de la banca y el señor Mercado, pero en lo más cercano faltan muchas pedreas que determinar. Pensemos en positivo, siempre es mejor que abusen del reglamento a que los tiroteen en un salón de hotel como a Josu Muguruza. Todo está cambiando. Y más que cambiará.