ANTXON LAFONT | Creador de la colección Haran
«Vamos derechos al `1984' de Orwell y tenemos que luchar para impedirlo»
Nacido en 1935 en Donostia, Lafont es empresario, experto en Ordenación del Territorio, creador del concepto Conurbación Baiona-Donostia, que le valió la atribución del Tambor de Oro de la ciudad de Donostia en 1991, ex director general de la Cámara de Comercio de Baiona y ex presidente del Consejo Económico y Social de la CAV. A esta prolífica trayectoria le ha añadido, ahora, un nuevo proyecto: la colección Haran.
Maider IANTZI | DONOSTIA
Antxon Lafont nos da todos los detalles de la nueva colección que ha lanzado junto con la editorial Erein. Propone unos libros sobre temas actuales, escritos por autores conocidos y concebidos para ser leídos «de una sentada».
¿Por qué decidió crear esta colección?
Pienso que hasta los 50 años las cosas las haces per se. A partir de esa edad, me he dado cuenta de que lo que se hace tiene que ver con la repercusión que va a tener en el futuro. Por otro lado, vivimos en un Estado que se está desculturizando, aunque nuestro problema de identidad nos ayuda a culturizarnos. Es preciso leer más. ¿Y por qué no se lee? Porque los libros parecen caros o porque a los eventuales lectores les cuesta entrar en un libro de más de cien páginas. Por esas razones pensé en lanzar una colección de libros del tipo de «¡Indignaos!», de Stéphane Hessel, con sujetos de actualidad y escritos por autores conocidos, baratos, que se pueden meter en el bolsillo y leer de una sentada en un parque o en cualquier sitio.
¿Cuáles son los elementos más importantes de «Haran»?
En la portada aparece escrito «Dakizuna zabaldu», en referencia a la obligación que tenemos de comunicar lo que conocemos. Contacté a José Allende, coordinador de la campaña en contra de la central nuclear de Lemoiz y en favor de la costa vasca no nuclear, para tratar el tema de Fukushima y la energía nuclear. Tanto Allende como los autores de los otros dos libros me contestaron lo mismo: «La idea es muy buena, Antxon, pero no tenemos tiempo». Pero a los pocos días me llamaban y me daban su acuerdo. Los siguientes escritores solicitados fueron Fernando Larruquert y Fito Rodríguez, a los que pregunté si, según ellos, la realidad está antes o después del objetivo de una cámara. Recuerdo cuando estuve en París y trabajaba en la televisión cómo corregíamos la imagen con métodos técnicos avanzados. Pero, además de corregirla, se podía desarreglar. Cuando había alguien en la imagen que nos caía mal, no te digo que salía deformado concretamente, pero... [rie a carcajadas].
¿Así decidieron tratar el tema de la imagen y la realidad?
Sí. Larruquert y Rodríguez estaban de acuerdo, y pensamos en el titular «Aprender a mirar». Les dejé que escribieran lo que quisieran, siempre relacionado con el título. ¿Y por qué «Aprender a mirar»? En este mundo de imágenes, puedes hacer mucho daño si no enseñas a mirar. Hay que aprender a mirar un cuadro, por ejemplo. Mi padre, que era empresario, me transmitió su enorme interés por la cultura y el arte y cuando iba a París me llevaba a exposiciones que visitaba para ver un cuadro concreto. Desde pequeño me he formado en eso, en ver la pintura, en aprender a mirar.
El tercer libro, «Odio, perdón, venganza, paz», es perfecto para el nuevo tiempo que se abre en Euskal Herria.
Decidí mirar el aspecto jurídico y el aspecto espiritual. Para el primero contacté con Garbiñe Biurrun, magistrada, y para el segundo con Joxe Arregi, teólogo. Escritos los textos me dirigí a la editorial Erein, donde me propusieron la dirección de la colección, permitiéndome escoger textos y escritores con toda libertad. Para la Feria de Durango sacaron los tres libros a contrareloj, realizando un trabajo extraordinario.
¿Qué nuevos trabajos tiene en mente?
Tengo en mente, por ejemplo, uno sobre periodismo. Quisiera tratar temas actuales y quizás, en medio, alguno mío.
Aunque los escritores sean conocidos, tal vez la gente no ha leído nada sobre ellos.
El problema es ese. La gente no lee. Y yo quisiera que estos temas tan distintos y estos títulos llamativos -por ejemplo, «Odio, perdón, venganza, paz» es muy fuerte- sean como las secciones de un periódico -Cultura, Deporte, Política...-, pero llegando a más. Pretendo que la gente se acostumbre no únicamente a leer el libro sobre la energía nuclear, sino que se pase al de la mirada y al del odio. El más largo es este último, que tiene 74 páginas. También sería interesante que los escritores escribieran en su propia lengua para que nos acostumbráramos a lenguas diferentes.
¿Y usted no se anima a escribir?
Eso me dicen, que escriba sobre la propuesta utópica pero realizable de un Nuevo Contrato Social basado en la solidaridad que ya he tratado en mi tesis doctoral. El empresario no ha de pensar únicamente en sus empleados, sino en las familias que cada uno de ellos representan. Ya me animaré a escribir, pero te diré que no tengo mucho tiempo...
¡Como todos los escritores de Haran! No tienen tiempo, pero...
Eso es [ríe].
¿Cómo va a evolucionar el periodismo?
El periodismo va a evolucionar muy fuertemente en función de las evoluciones políticas. Y la evolución política va detrás de la sociedad civil con poder de dinero. ¿En estos momentos quién manda? Los bancos. Cuando, por ejemplo, me dicen los españoles: «Con tu manía de soberanía...». Les pregunto: «¿Tú eres soberano? El ejército. ¿Estáis en la OTAN, no? Política industrial. ¿Quién hace la política industrial? Los grandes grupos industriales del mundo. La moneda, el euro. ¿Qué es lo que tienes realmente?». Se puede pretender tener soberanía sobre lo no cuantificable, es decir, sobre la identidad y cultura. Y es la única soberanía que en el mundo puede tener la sociedad política. Nosotros tenemos que tener esa soberanía, la de respetar nuestra identidad y nuestra cultura. En el resto, la soberanía la tienen otros. Y la sociedad política está puesta para dar la impresión de que hay democracia. El político no tiene poder, solo el poder de represión, que le llaman orden.
El periodismo tiene que ver con el que tiene poder...
Y el que tiene poder ya no es el electo, sino el representante de la riqueza. Vamos derechos al «1984» que describía George Orwell y lo que debemos hacer es luchar para impedirlo. «No te has cansado de luchar?», me preguntan algunos de mi edad. «No te canses de luchar -les respondo-, ¡que lo van a pagar tus nietos!». El siglo XXI será el siglo de la mujer, porque el chollo del hombre se está acabando. ¡Qué cara hemos tenido! La cantidad de siglos que el hombre ha estado demostrando una falsa superioridad. Y la mujer, poco a poco, ha conseguido que nos vayamos dando cuenta. Este será, además, el siglo de la sociedad civil; esta será la que va a dar fuerza a la sociedad política.
«Se puede pretender tener soberanía sobre lo no cuantificable, es decir, sobre la identidad y cultura. Nosotros tenemos que tener esa soberanía»
«Hasta los 50 años las cosas las haces per se. A partir de esa edad, me he dado cuenta de que lo que se hace tiene que ver con la repercusión que va a tener en el futuro»
«La alternativa nuclear después de Fukushima», de José Allende, es un homenaje tanto a las víctimas de este accidente nuclear como a los luchadores de Euskal Herria que evitaron que el país se convirtiera en «el mayor polvorín del mundo». ¿Realmente era para tanto?
Sí, sí. Estaban previstas cuatro centrales: en Tutera, Deba, Ispaster-Ea y Lemoiz, con varios reactores por central. En cuanto a la situación actual, me parece una barbaridad que frente a un argumento que es que estamos dejando centrales y basura nuclear para cientos e igual miles de años estemos hablando del dinero que cuesta desmantelar las centrales. Fukushima no se ha acabado, se irán descubriendo derivaciones. Ya están diciendo como si nada que están pidiendo la autorización para verter a la mar agua contaminada. ¿La crisis ayudará a buscar más calidad que cantidad?
En «Aprender a mirar», de Fernando Larruquert y Fito Rodríguez, se explica: «Inmersos en una cultura de la figuración, si no sabemos mirar, corremos el riesgo de entregar nuestro sentir a una realidad maquillada».
Por eso tenemos que aprender a mirar, para ir hasta dentro, penetrar en el objeto o concepto que se mira. Para eso debemos preocuparnos de lo que hay detrás y hacernos preguntas: ¿por qué se ha hecho esta lámpara así? ¿por qué estas formas y este color? Debemos desmontarla, deconstruirla en el sentido figurado. Mirar más allá, seguir mirando, no significa solamente fijarse en los defectos, al contrario, también en las cualidades. Mirando así sientes más excitación.
En «Odio, perdón, venganza, paz», de Joxe Arregi y Garbiñe Biurrun, se dice que el perdón con condiciones no es perdón.
«Perdonar es renunciar a odiar», escribió un filósofo francés, y yo añadí: «El odio genera venganza, como el perdón genera paz». Personas con las que no tengo grandes afinidades políticas es posible que me sorprendan, igual por interés político. Ten en cuenta que el problema vasco se lo han apropiado ya los europeos. Había que internacionalizarlo y ya lo está.
M. I.