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Iñaki LEKUONA | Periodista

Un «reality» en el Elíseo

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Francia está indignada. Ni por la economía ni por la política, sino por un jardinero azkaindarra que le ha arrebatado el triunfo al favorito del público en la final del Koh Lanta, un reality de supervivencia que ha batido records en la principal cadena del país. No es que Gérard Urdanpilleta cayera mal a la audiencia, al contrario, pero esta había elegido ya a su vencedor. El problema es que en esta versión hexagonal del programa de TF1 los televidentes tienen voz, pero no voto, porque son los propios concursantes quienes lo emiten en exclusiva. Y claro, con razón ha estallado la revuelta. Y la audiencia veinteañera se ha lanzado al asalto de la bastilla televisiva, ocupando foros donde clamar alto y claro su discrepancia. Y esa demostración de fuerza ha obtenido resultado: TF1 abre la puerta al voto del público y sopesa la posibilidad de reintegrar en la próxima versión al finalista tahitiano.

Mientras, se van agotando los días hábiles para que los ciudadanos con carné francés se inscriban en las listas de electores, paso indispensable para ejercitar su derecho al voto en las presidenciales de mayo. Hay cerca de 44 millones de inscritos, pero algunos de esos veinteañeros insurgentes que pasan horas mostrándose ofendidos en la tele no han cumplido aún con el trámite de la inscripción. Otra muestra de apatía política ante la que los partidos se desesperan. Ya no saben qué hacer para despertar interés. Salvo Sarkozy, que ya comprendió hace años que la mejor campaña era transformar su vida en un reality. Aunque ahora, como no se eche un novio vasco, no le da la vuelta a la tortilla. Al loro Urdanpilleta, que Francia está indignada.

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