Las consecuencias de una decisión arbitraria
El rechazo de la Mesa del Congreso, donde el PP cuenta con mayoría absoluta, a que los siete diputados de Amaiur puedan constituir grupo parlamentario propio, no es solo una decisión arbitraria sin precedentes y de dudoso encaje legal, sino también una maniobra que pretende dejar a la coalición abertzale de izquierdas con menos herramientas económicas y políticas para poder ejercer su labor, aquella que le encomendaron las 334.498 personas que hace algo más de un mes le dieron su confianza. Y es que no debe olvidarse que los primeros damnificados por el veto del PP son los votantes de Amaiur, que han sido tratados de forma diferente a los demás por la orientación de su voto.
En cualquier caso, más allá del carácter discriminatorio respecto a sus votantes, la decisión de la Mesa impedirá a Amaiur recibir 600.000 euros en el próximo ejercicio y más de un millón durante la legislatura, algo que redundará, no en su trabajo, pero sí en los instrumentos disponibles para llevarlo a cabo. El coste, además, no es solo económico, sino que tiene también un importante componente político y de representación en la Cámara, ya que al formar parte del Grupo Mixto los miembros de la coalición deberán compartir con el resto de las fuerzas de ese grupo su presencia en las comisiones, y además se les ha hurtado la posibilidad de acceder a importantes ventajas en el ejercicio de la labor parlamentaria, tanto a la hora de interpelar al Gobierno como al incluir sus proposiciones no de ley en los plenos. Tampoco es un perjuicio menor la imposibilidad de acceder a la comisión de Secretos Oficiales y a la información que en ella se comparte.
Amaiur concurrió a las elecciones del 20N con el objetivo de llevar a Madrid la voz de este pueblo y explicar su apuesta por abrir un nuevo ciclo político en Euskal Herria. Todas estas maniobras pretenden obstaculizar que logre su objetivo, pero el mandato de la sociedad vasca ha sido tan contundente y la fuerza con la que ha irrumpido la coalición tan grande, que ninguna mayoría absoluta podrá impedir que el sonido de un nuevo tiempo entre también en el Congreso.