«En el año 2011 se nos sigue llamando `esclavos'»
Cuando vencen los plazos para la retirada final de las tropas de ocupación de territorio iraquí, GARA habla con un representante político de una de las comunidades más desconocidas de todo Oriente Medio y dirigente del Movimiento para la Liberación Iraquí.
Karlos ZURUTUZA | BAGDAD
Pocos de los soldados extranjeros que han patrullado las calles de Basora durante los últimos nueve años esperaban encontrar un parecido tan grande con muchos de sus habitantes. Pero si ser negro en EEUU constituye una carrera de obstáculos en la que la retirada pasa por el Ejército o la cárcel, ser hoy descendiente de esclavos en Irak constituye todo un desafío a las leyes más básicas de la supervivencia. Hemos contenido la respiración durante casi una década mientras veíamos la guerra de Irak en directo por la televisión, y en diferido por Wikileaks. Hoy paramos un segundo para acercarnos a la realidad de una comu- nidad dolorosamente ignorada por el gran ojo mediático.
¿Qué es el Movimiento para la Libertad Iraquí (MLI)?
Se trata de un partido político que busca defender los derechos de la población iraquí de origen africano. Nuestra comunidad más compacta se encuentra aquí, en Basora, y en Irak sumamos alrededor de un millón y medio de individuos. La mayoría de nosotros somos descendientes de esclavos traídos a Mesopotamia en diferentes oleadas aunque, por supuesto, también hay inmigrantes africanos que llegaron después. Ustedes los europeos sitúan en el siglo XV los orígenes del tráfico de esclavos, a manos de los portugueses, pero lo cierto es que en el Golfo dichas prácticas están documentadas desde el siglo VIII.
¿Qué les diferencia del resto de los iraquíes, además del color de su piel?
Nada. Hablamos árabe y somos musulmanes como la mayoría, pero nuestro color de piel sigue constituyendo un pasaporte a la discriminación en prácticamente todos los aspectos. El racismo es una de las grandes lacras de todo Oriente Medio e Irak no es una excepción. Se nos margina en la escuela, en la calle, en el mundo laboral... Se nos ha asignado un cliché que nos encasilla como `gente inofensiva que cuenta buenos chistes y toca los bongos'. Si bien se nos llama para tocar música en bodas o cualquier otra celebración, se nos excluye por sistema de sectores como la Administración Pública. Hay millones de funcionarios en Irak pero ni uno sólo de ellos es negro. Los índices de analfabetismo se disparan entre nuestra gente, sobre todo entre las mujeres. Hablamos de exclusión social, familiar... el que una iraquí blanca se case con alguno de nosotros es algo casi inaudito. Sus familias las repudiarán, así como el resto de la comunidad; ése es otro de los precios a pagar por vivir en una sociedad tribal como la iraquí. Sé de algún caso en el que una árabe que antes paseaba sin velo por la calle ahora utiliza un niqab cuando camina junto a su marido. El hecho de que aún en 2011 se nos siga llamando `esclavo' resume nuestra situación de forma muy gráfica.
¿Cuáles son sus demandas?
Nuestra primera reivindicación es el reconocimiento como minoría, como los cristianos, los turcomanos..., algo que nos garantizaría una cuota de representación en el Parlamento de Bagdad. Yo mismo me presenté a las elecciones locales de 2009 junto con siete compañeros. A pesar de que un gran número de nosotros vive en Basora -más de 300.000- ni yo ni ninguno de nuestros candidatos resultó elegido. No tengo ninguna duda de que aquellos comicios fueron manipulados. Durante estos últimos tres años, hemos mandado miles de cartas a Jalal Talabani y a Nuri al-Maliki (presidente y primer ministro de Irak); a Obama, así como muchísimos otros representantes políticos, tanto iraquíes como estadounidenses. Desgraciada- mente, por el momento no hemos conseguido nada.
¿Han guardado ustedes silencio durante años o, simplemente, se les ha silenciado?
Ambos. La terrible situación en el país nos ha obligado a mantener un perfil muy bajo, más aún desde la invasión del país en 2003. Como le he dicho, la inmensa mayoría de nosotros somos musulmanes pero queríamos evitar episodios de violen- cia sectaria como el que, por ejemplo, ha diezmado a la población cristiana de Irak. En este país apenas hace falta nada para convertirse en cabeza de turco de esta o aquella milicia. En 2009 empezamos ya a reivindicar abiertamente nuestra identidad y a reclamar nuestros derechos. La victoria de Obama en las elecciones de EEUU tuvo un efecto muy motivador entre nosotros. Recuerdo que salimos a la calle y estuvimos celebrándolo toda la noche.
¿Cuál es su visión de Irak cuando se retiran las últimas tropas estadounidenses?
Probablemente la de cualquier otro iraquí. Tenemos un país en ruinas gobernado por un Gobierno corrupto e intervenido desde Teherán. Si bien la seguridad ha mejorado desde 2007, los atentados se suceden a diario a manos de milicias cuyas lealtades no son siempre fáciles de identificar. Podríamos decir que los negros estamos atrapados en el fuego cruzado aunque, como le digo, eso es algo con lo que hoy se identificará la mayoría de los iraquíes.
«Hablamos árabe y somos musulmanes, pero nuestro color de piel sigue constituyendo un pasaporte a la discriminación»