El conflicto de Metro Bilbao ha tenido un eco considerable, sobre todo por la huelga que los trabajadores decidieron llevar a cabo el día de Santo Tomás, ejercitando, conviene recordarlo, un derecho. Sin embargo ese eco fue amplificado por las declaraciones de algunos responsables institucionales que en lugar de aportar a la solución del conflicto, actuaron como lo haría la patronal más reaccionaria, amenazando y tratando de poner a los ciudadanos en contra de los trabajadores, en una actitud irresponsable e inaceptable. Por otro lado, la publicación ayer del informe en el que se plantea la congelación salarial en 2011, del que los trabajadores no tenían conocimiento, no parece el procedimiento más adecuado si verdaderamente se pretende un entendimiento entre las partes. Con todo, la actitud del recién elegido presidente de Metro Bilbao contrasta notablemente con la de los mencionados responsables institucionales, por ser más respetuosa y por proponer el diálogo entre las partes para buscar soluciones. La propuesta de que cada parte elabore su informe, que en el plazo de un mes analizarían junto a posibles soluciones a la situación actual, es un comienzo en la buena dirección, en el que los trabajadores del Metro han percibido una muestra de buena voluntad. Si esa buena voluntad es verdadera, la actuación consiguiente debería ser coherente con la misma.