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Anjel Ordóñez Periodista

Soy del Athletic, y también de Olentzero

Desde niño vengo oyendo ese soniquete de que cada 24 de diciembre Olentzero baja del monte para anunciar el nacimiento de Jesús. No sé. Nunca me quedó muy clara la relación espacio-temporal del asunto. A poco que lo piensas, parece forzado, como colado con vaselina. Jesús nació en Belén (más o menos) acompañado de la realeza de Oriente; y Olentzero vino al mundo en algún lugar perdido de los bosques de Euskal Herria, acaso por Aralar (más o menos). Jesús y su herencia se gestaron hace dos mil años (más o menos) y Olentzero... quién sabe. La memoria, sobre todo cuando es perseguida a sangre y fuego por la Santa Inquisición y sus aventajados discípulos, se vuelve perezosa. Más bien temerosa, que enseguida te acusan de montar un akelarre (léase asamblea no autorizada) y te chamuscan hasta el hígado.

No seré yo quien ponga en cuestión un mito cristiano, Dios me libre. Y que me perdone la industria juguetera (y todas las industrias que en Navidad salvan los muebles en estos tiempos de crisis), pero con el andar de los años, todo lo que rodea a Olentzero ha tomado una deriva más que sospechosa, se ha ido contagiando de los peores vicios de la Navidad (léase consumismo sin sentido ni medida) y a día de hoy huele bastante a chamusquina. Por eso le han quitado la pipa. Por eso, y porque fumar está mal visto, es de calaveras y apestados. Mal ejemplo para esos niños que masacran enemigos por docenas en videojuegos 3D más reales que la vida misma.

A lo que íbamos. Para que algunas cosas funcionen como Dios manda, hay que creer, confiar. Por eso soy del Athletic, y también de Olentzero. Pero ojo, quererlos es cuidarlos, no mimarlos y disfrazarlos de lo que no son ni nunca han sido (también al Athletic). Y que yo sea hijo y también padre no me acerca a la Santísima Trinidad, porque de espíritu santo tengo muy poco, pero sí me ayuda a comprender que si algunas cosas perduran en el tiempo a través de las generaciones es porque transmiten en esencia valores troncales, ya sean moros o cristianos, que tanto da. Olentzero existe, pero ni lo ha inventado la Coca-Cola, ni bebe cerveza sin alcohol.

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