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Belén MARTÍNEZ Analista social

Acortando distancias

Según un estudio llevado a cabo por Facebook, en colaboración con la Universidad de Milán, para relacionar a dos personas en la red se necesitan cuatro amigos. Los seis grados de separación de Karinthy se han reducido. En las redes sociales, amistad, conectividad y democracia son conceptos erráticos que (se) confunden y se justifican en una ideología que los alimenta y orienta. Que cada alma busque su Icaria, como diría el poeta.

Alejada de la comunidad virtual -donde cualquiera puede agregar a un amigo-, me propongo medir la distancia existente entre las y los presos políticos vascos y cualquiera de nosotras. ¿Quién no conoce o ha conocido a alguien que ha pasado por la cárcel? ¿Quién no conoce a alguien que tiene un familiar o persona allegada en prisión? Compruebo que el índice de referencia no es 6 grados de separación, ni 4,74. Descubro que el número de conexiones intermedias necesarias para vincularnos disminuye considerablemente. Incluso, a pesar de un hecho de singular importancia: su obligada ausencia.

Parece que la continuidad histórica está punto de quebrarse, desde que nos instalaran en una especie de epojé en la que la existencia del conflicto continúa afirmándose o negándose. ¿Hay algo más absurdo que la condena de subir y descender eternamente por la escalera de Penrose para acabar siempre en el mismo sitio? Ni siquiera la cólera del airado Poseidón, que nos ha sacudido durante décadas, ha logrado borrar la huella que deja cada gesto de solidaridad a favor de los derechos de las y los presos. El próximo 7 de enero la distancia se acortará aún más. Una candela, desde lejos, sigue alumbrando.