María Viadero Acha | Mugarik Gabe
No permitamos la impunidad ante las violencias machistas
El feminicidio intenta explicar las causas de esta situación, nos habla de crímenes de odio, asesinatos incomprensibles relacionados con el odio al sexo femenino
Cojamos dos titulares de los últimos dos meses: «Euskadi registra 1.047 denuncias por violencia de género en el segundo trimestre del año y 157 renuncias posteriores», «En sólo 24 horas se detuvieron a 5 hombres por violencia de género o por quebrantar órdenes judiciales de alejamiento en Euskadi».
La noticia principal sigue siendo todavía la misma: la amplia incidencia que las distintas formas de violencia machista siguen teniendo en la vida de las mujeres. Continúan siendo muy preocupantes las cifras de mujeres asesinadas en el mundo y también en nuestra realidad más cercana, sigue siendo muy preocupante el número de denuncias de las mujeres ante las violencias y mucho mayor el número total. Pero no hablemos de cifras, no hablemos de si hay más asesinadas que el año pasado en estas fechas, del número de agresiones sexuales... sino de las CAUSAS por las que sigue sucediendo.
Se han dado avances, muchas personas hemos aprendido que las violencias machistas no son un problema personal, individual o privado, que las mujeres tenemos derecho a una vida libre de violencia y que a día de hoy es un problema político y público, al que se debe dar respuesta de manera urgente. Pero si retomamos algunas de las opiniones del último Informe sobre la percepción de la violencia de género realizado por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad en 2011 tendremos claro que el cambio en los valores y actitudes es un punto todavía pendiente. Y es que, por poner algún ejemplo, 600.000 personas aún justifican la violencia machista en algunos casos y el 53,7% de la población todavía cree que el hombre que pega a una mujer lo hace porque abusa del alcohol o las drogas.
El denominado FEMINICIDIO intenta explicar las causas de esta situación. El sistema patriarcal se muestra como causa estructural de las distintas formas de violencia machista que enfrentamos las mujeres. El feminicidio nos habla de crímenes de odio. Asesinatos incomprensibles relacionados con el odio al sexo femenino. ¿Odio? ¿Por qué? ¿Por la rebeldía de las mujeres? ¿Por los cambios que se han ido dando en los últimos años? ¿Por tener que dejar el poder, el control, los privilegios... del sexo masculino?
El feminicidio también nos habla de impunidad. Y es que ¿no pasa nada? Las cifras de mujeres asesinadas aumentan, las denuncias de violencia física, psicológica, económica y sexual siguen dándose. Y las formas de violencia más sutiles, en los medios de comunicación, en la educación, el arte... reproducen un imaginario social y una cultura que en sus leyes lucha contra la violencia, pero que en sus imágenes cosifica el cuerpo de las mujeres, mantiene los roles tradicionalmente masculinos y femeninos (maquillados con nuevas formas de consumo) e invisibilizan los aportes de las mujeres a la vida política, económica y social.
La impunidad nos habla de la insuficiente respuesta en los distintos niveles. En el institucional, donde contamos con herramientas legales que no se aplican, por falta de voluntad política y/o de los recursos adecuados para implementarlas (presupuestos, personal, servicios de atención, preparación del funcionariado...). En los espacios claves de socialización (medios de comunicación, familias, escuelas, incluso en las calles) donde se reproducen modelos sexistas que inmovilizan y justifican esta impunidad. En la sociedad civil marcada por una débil movilización social en la exigibilidad del cumplimiento de las leyes y de apoyo al movimiento feminista, así como en el rechazo social a los agresores. Y por último en el nivel más individual, donde se mantiene en muchos casos un falso espejismo de la igualdad y una escasa participación social.
Pero el feminicidio sobre todo nos remite a la palabra genocidio. Todas las personas tenemos claro lo que es, nos recuerda la injusticia, el dolor y sobre todo la necesidad de luchar por cambiar las cosas. Es hora de indignarnos, de reaccionar, de exigir, de salir a las calles (no sólo el 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres) para denunciar que no podemos seguir viendo asesinatos de mujeres como si tal cosa. Hora de coordinarnos, de hacer mayor hincapié en la prevención, de apoyar las acciones que ya se están haciendo y de inventarnos nuevas, de plantearnos la necesidad de cambios desde cada uno y cada una de nosotras, en nuestras familias, trabajos y escuelas, cada día.