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Iniciativa empresarial

IMT, aunando flexibilidad y producción frente al gigante asiático

Industrias y Manufacturas Tecnológicas (IMT) es una empresa relativamente joven afincada en San Miguel (Basauri), dedicada al trabajo en chapa en todas sus vertientes. El mercado chino, enorme, colosal, ha afectado también al sector, obligando a los productores europeos a readaptarse o morir. La formula de la alquimia para IMT, que de momento está dando buen rendimiento, se basa en flexibilizar su oferta de manera que puedan dar cabida a diferentes peticiones de ramos variados, ampliando así su cartera de clientes y manteniéndose fuerte frente a la amenaza oriental.

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Mikel PASTOR

China se ha convertido, por la tesitura actual, y también en gran parte gracias a sus méritos propios en forma de poderoso sistema productivo, en la gran alternativa económica mundial. Sus productos vuelan a través de diferentes canales de ventas hacia Occidente, copando sus tiendas y supermercados. Esto, lógicamente, implica un fuerte desgaste para los productos autóctonos, que se ven adelantados por productos de calidad en muchos casos inferior pero que, merced a su bajo precio, monopolizan las ventas.

Ante esta realidad incontestable, a las diferentes empresas no les ha quedado otra que reinventarse para poder seguir vendiendo. En el caso de IMT, la apuesta ha sido la de flexibilizar su trabajo, esto es, ofrecer productos en diferentes sectores y ramos, para de esta manera ampliar su cartera de clientes y poder seguir compitiendo en las mejores condiciones. En teoría, objetivos contrapuestos, aunque la realidad ha demostrado que se pueden conjugar de manera eficaz.

Xabier Garamendi, gerente de IMT, lo explica con toda naturalidad: «No podemos competir en nivel productivo, en productividad, con China, es imposible», por lo que «la realidad de mercado nos obliga a buscar soluciones que no pasen exclusivamente por producir más, sino por hacerlo de una manera más eficiente».

Garamendi asume que su apuesta es «arriesgada» pero apunta que, hasta la fecha «los resultados han sido muy positivos», ya que «IMT sigue teniendo varios clientes y multitud de pedidos».

En progresión

IMT nace en 2004 como una apuesta personal de Garamendi, tras su paso por otras empresas del mismo ramo, y gracias al programa de financiación «Lanbidean» de BBK. Desde el primer momento, el gerente de la empresa vizcaina tuvo muy presente la necesidad de aplicar esa formula combinativa entre producción y diversidad para lograr réditos.

Y el tiempo parece que ha acabado dandole la razón. La empresa de San Miguel de Basauri ha tenido una progresión importante en estos últimos años, pasando de una facturación anual de alrededor de medio millón de euros de los primeros ejercicios a los 2,6 millones que facturaron este pasado 2011. Cifra esta, además, que para Garamendi no supone el techo de la empresa: «Creo que todavía tenemos cierto margen de mejora, todavía podemos crecer algo más dentro de nuestras posibilidades».

Esta buena marcha ha posibilitado que alrededor de la estructura de IMT se haya ido tejiendo una importante red de trabajadores y maquinaria. Actualmente, IMT tiene unos 15 trabajadores entre administradores y operarios del taller, provenientes en gran parte de la Formación Profesional. Los soldadores del taller trabajan a tres turnos, aunque su labor cuenta con la ayuda de la automatización de muchas máquinas, que aligera sobremanera el esfuerzo a realizar. Además, esa automatización supone menos trabajadores, menos mano de obra directa, por lo que los costes son menores.

La maquinaria, lógicamente, es también fundamental a la hora de afrontar esa heterogeneidad de pedidos, ya que son necesarios robots que sean capaces de hacer varias funciones universales. Es por ello que la inversión en modernizar la tecnología y en adquirir nuevas herramientas haya sido muy importante. «Es fundamental, es uno de los pilares de nuestra manera de trabajar» comenta Garamendi. «Es verdad que supone una inversión importante económicamente, y que siempre hay riesgo en este tipo de adquisiciones, pero los resultados han demostrado que es una apuesta fructífera», sentencia.

La gran ventaja, en palabras de Garamendi, es que este tipo de máquinas universales son capaces de crear «todo tipo de piezas» de manera que se llega a todo tipo de mercados, por lo que «esa productividad de menos conseguida se ve compensada por el otro lado»

Hacia el futuro

Es, precisamente, esa capacidad de adaptarse a casi cualquier cliente una de las principales bazas que IMT esgrime para poder ser optimista de cara al futuro. Como explica su principal responsable «esa flexibilidad comercial es precisamente la que nos da facilidades para adaptarnos a los nuevos tiempos», aunque matiza que «en la situación en la que estamos no se pueden hacer predicciones ni a tres meses vista».

Esa universalidad está manteniendo a IMT en los valores habituales a pesar de la grave crisis económica que padecemos en los últimos tiempos. Uno de los principales baluartes de ese mantenimiento son los clientes exportadores de IMT, «fundamentales» ahora mismo, ya que «nuestras nuevas piezas, productos o proyectos consiguen tener una salida en otros mercados».

Por de pronto, IMT no tiene intención de crecer. «No es prioritario, actualmente, nuestras principales preocupaciones son mantener la importante cartera de clientes que tenemos mediante una producción amplia y de diverso carácter», explica Garamendi.

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